Rute se casa con el Carnaval

  • La perfecta comunión entre tradición, innovación, ingenio y fantasía, garantiza larga vida a este matrimonio entre el pueblo y una de sus fiestas más señeras


Galería pasacalles segundo sábado de carnaval 2024

Galería pasacalles Domingo de Piñata 2024

El idilio de Rute con el Carnaval es tan intenso que no tiene límites de edad, ni exceso de presencia. Cuando alguien tiende a acaparar protagonismo, se dice que quiere ser el bebé en el bautizo, el niño en la comunión y el novio en la boda. Por estar presente que no quede. La crítica es igualmente aplicable a niñas y novias de blanco. El reproche, en cambio, no es extensivo al Carnaval, donde hay lugar para todos estos eventos y queda hueco para que la imaginación permita otros nuevos en los pocos días de esta larga semana en que oficialmente no hay nada.

De momento, el broche a la edición de 2024 ha evidenciado que los dos pasacalles del segundo fin de semana se quedan cortos a la hora de desarrollar ideas. La temática elegida para el sábado podría haber derivado en otras tres como mínimo. Cada una de las iniciales que conformaban la BBC (Bodas, bautizos y comuniones) podría haber sido un tema en sí misma. Y alrededor de cada una, como si de una buena novela o película se tratara, cabrían todas las subtramas que los mejores guionistas, el pueblo y la calle, pudieran contar.

No faltaron, por supuesto, novios y novias, niños y niñas de comunión, y hasta gente disfrazada de bebé. Pero, lejos de ser el eje central de esta historia de género fantástico, no pasaban de ser los disfraces más previsibles o convencionales. Decenas de grupos, o personas por su cuenta, a título individual, recordaron lo que conlleva cada uno de estos eventos: lujo y dinero, repartiendo billetes a mansalva (no canjeables en el banco, eso sí), bolsos de marca, paquetes humanos de arroz para quienes se acaban de dar el sí quiero y hasta una gigantesca tarta nupcial.

Junto a los papeles protagonistas, el elenco se completaba con el amplísimo reparto que genera una cita de este tipo: monjas catequistas, curas que lo mismo reparten la comunión que sellan la alianza matrimonial, madrinas, monaguillos, niñas (¿o niños?) que llevan las arras. Y al margen de la celebración en sí, todo lo que se hace alrededor o en las jornadas previas: tunas que amenizan serenatas, chicas (¿o chicos?) de barra americana, despedidas de solteros y solteras, o quienes, en plan más agorero, dan el pésame por la vida que dejan atrás los contrayentes.

Las calles de Rute fueron una vez más un crisol cultural donde se pudieron contemplar bodas de otros rituales y tradiciones. Pero, como pueblo previsor, tampoco faltaron las otras circunstancias que pueden plantear: grupos de letrados para dilucidar los casos complicados de divorcio, abogados particulares para resolver cualquier pleito y hasta gente resignada que, completando el recorrido vital que supone el nacimiento, la comunión y el matrimonio, optó por la despedida fúnebre… a la fallida temática de la selva, que ha muerto en el intento de protagonizar estos pasacalles.

Como todo bautizo, comunión o boda que se precie, al final del banquete quedaba la barra libre del Paseo del Fresno, donde la fiesta se prolongaría hasta altas horas de la madrugada. Pero aún sobrarían ganas para seguir el Domingo de Piñata. Si la temática del sábado podía generar un corsé a la hora de elegir disfraz, al día siguiente se dio rienda suelta a toda la fauna (animal y humana) que recorrió de nuevo las calles céntricas.

En esta ocasión, el vuelo carnavalero despegó y aterrizó, con la supervisión de las azafatas de turno, en el Paseo Francisco Salto. Por medio, Rute fue un espejo del mundo actual en el que, como Alicia, penetran las fantasías y los sueños, las hadas y los magos, lo divino y lo humano. Todos los palos de la baraja caben en un traje si está hecho con ingenio y libertad de prejuicios. Siempre que haya creatividad, todo irá sobre ruedas para que aparezcan las musas.

Como banda sonora, los dos días se contó con la batucada “Arte Samba” y las charangas “Los Piononos” y “Silosé Novengo”, además de las agrupaciones locales, que acompañaron y entonaron los bises del domingo. Así echó el cierre el Carnaval por este año, un evento que en Rute tiene su bautizo meses antes, con los preparativos y ensayos previos, que está en fluida comunión con las tradiciones del pueblo y que forma un matrimonio perfecto con sus señas de identidad. Sólo cabe desear que lo que ha unido el Dios Momo no lo separe el hombre. Rute y el Carnaval son pareja de hecho.

Deja un comentario