Rute rinde culto fúnebre a la sardina para purificar las penas

  • El milagro del Carnaval revierte el sepelio del pez fiambre en una parodia de procesión de Gloria donde triunfa la versión más hedonista de la vida


Galería Sardinita y Entierro de la Sardina 2024

Pasaban unos minutos de las nueve de la noche del pasado lunes de Carnaval cuando saltaron todas las alarmas. Antonio “El Catalán” dio la primicia en Radio Rute. La sardina estaba en la UCI. Los peores presagios se confirmaron, con el riesgo de echar por alto el buen ambiente que se había vivido en el fin de semana anterior. Con la resaca de la euforia del Certamen de Agrupaciones y el concurso infantil de disfraces, la información fiable aportada por un carnavalero de pro como “El Catalán” en la emisora municipal sentó como una jarra de cerveza fría. Hasta a él mismo, que con tan buen humor se había tomado ser protagonista de los cuplés de la murga decana de Rute, se le acabó por quebrar la voz.

Lejos de mejorar, los pronósticos sobre el estado de salud del pez cada vez eran más críticos, hasta que horas después se confirmó que había pasado a mejor vida. Pueblo cumplidor donde los haya como es Rute, el mismo martes por la noche ya empezaron a desfilar los primeros dolientes por El Sitio donde se hallaba la capilla ardiente para asistir al velatorio de la sardina. Y allí se asistió a la metamorfosis que profetizaba lo que estaba por venir al día siguiente: la transformación del luto en un reverso de hedonismo y luz de color. Como rezan, también proféticos, los versos del Capitán Veneno, antes de que la Cuaresma otra vez nos devuelva al llanto y al dolor, “una vez al año a nadie hace daño convertirse en Dios”.

Justo esto es Rute en el miércoles de ceniza, un reverso luminoso de la Cuaresma que nos va a sumir en el recogimiento y la meditación intimista. Esta jornada es justo lo contrario y se diría que en el Entierro de la Sardina ésta cobra vida por las calles del pueblo. Los “hermanos cofrades” presiden un cortejo procesional donde no falta nadie: plañideras, sepultureros, el equipo médico que no pudo salvar la vida de la enferma y busca el perdón ciudadano, y cómo no, representantes del clero que han de facilitar el tránsito del alma de la sardina a la gloria.

Así, de Gloria y no de Pasión, es esta procesión donde no faltan ni cohetes (con silenciador) ni bengalas ni siquiera una petalada de confeti. Con ese ambiente que revierte el luto de la Cuaresma, la comitiva recorrió una vez más cada una de las estaciones de penitencia que representan los bares en este “Vía Lucis”. Entre una parada y otra, la charanga “Los Piononos” puso la marcha musical. Con cada antítesis del réquiem, la gente, decenas, quién sabe si centenares, cantó de nuevo como si fueran saetas salidas del alma las plegarias por el pez fiambre.

Puede que la sardina haya muerto, pero durante esta noche ha dado vida al pueblo. Tiene el poder de redimir de los pecados y purificarlos a través del fuego con su quema en la calle Málaga. De sus cenizas renace la vida y del ritual adulto aprenderán las nuevas generaciones que ya se empapan de esta tradición con la sardinita infantil que organizan los tres colegios del casco urbano. Este año su funeral se ha oficiado desde el templo de Los Pinos y ha concluido en las llamas de la plaza pública del Paseo del Fresno. Es la forma en que muchos pequeños reciben la primera comunión del Carnaval, para que aprendan que en Rute en esta semana se comulga con la religión de la alegría.

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