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La Asociación Ruteña de Ayuda al Enfermo Mental continúa su campaña de ponencias sobre sensibilización y prevención en torno al suicidio
Continúan las actividades de prevención del suicidio promovidas en Rute por Araem. Todo comenzó la ponencia programada en febrero pasado a cargo del psiquiatra Antonio Jesús Moreno. Tuvo tan buena acogida que la Asociación Ruteña de Ayuda al Enfermo Mental siguió organizando más actividades de sensibilización. Así, en junio profundizó en la campaña, implicando a servicios como el Centro de Salud de Rute o el Área de Gestión Sanitaria Sur de Córdoba. Ya en septiembre ha llegado la tercera actividad de este tipo, una ponencia en el Edificio Alcalde Leoncio Rodríguez en torno al Teléfono de la Esperanza.
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Según Isabel Ramos, presidenta de Araem, no se puede abordar el problema sin plantear una solución. Hay que afrontarlo desde la prevención, pero también desde la concienciación, para no “estigmatizar” a la persona que intenta quitarse la vida. Ramos reconoce que sigue siendo un tema “tabú” y cuando se produce un conato suicida “la familia intenta taparlo”. Como en otros aspectos de la salud mental, la sociedad “discrimina”. Sin embargo, asegura que en Rute “hay casos”. En esa línea, la concejala de Educación, Dolores Ortega, subrayó la necesidad de afrontar la cuestión. Por fortuna, dijo, se cuenta con la ayuda de servicios como el Teléfono de la Esperanza.
La ponencia corrió a cargo de Josefina Santos, delegada de esta ONG, y el psicólogo Jesús Lázaro. Éste detalló los patrones de actuación con quienes les llaman. En Córdoba, los números de atención son 717 003 717 y 957 470 195. Según destacó, se les trata “con total confidencialidad”, hasta el punto de que ni siquiera a nivel interno conocen los datos de la persona en cuestión. Salvo que ésta quiera revelarlo, no informa ni de su nombre ni desde dónde llama. Al ser tan privado, puede expresar lo que no contaría de otro modo, y sin que el interlocutor emita ningún juicio.
Tratándola siempre como una “llamada de socorro”, hay que individualizar cada caso. Con una “escucha activa” y en ese entorno de “acogimiento, privacidad, calidez y empatía”, la persona percibe que al otro lado entienden “cómo se siente y por qué está así”. Superada la primera situación límite, “una vez se pueda calmar”, se intenta que desista. En general, si la llamada se produce en un contexto “de crisis”, el contacto acaba ahí. Por el contrario, si hay “un acto suicida en curso”, activan los servicios de emergencia, contactando en el 112, en función de los datos que tengan.