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Los 38 exámenes de Griego y Matemáticas aplicadas se saldan con 10 sobresalientes y 18 notables como las mejores calificaciones de las dos materias
“Bien está lo que bien acaba”. Es el dicho popular del que se habrán acordado los 38 estudiantes que han tenido que repetir en Rute los exámenes de la PEvAU correspondientes a las materias de Griego y Matemáticas Aplicadas. En menos de 24 horas desde que conocieron que todos sus ejercicios se habían extraviado en algún punto indeterminado de la Facultad de Medicina de la capital tuvieron que volver a ser evaluados. Y apenas seis horas después de hacer la prueba por segunda vez ya conocían los resultados. El chasco ha tenido un final feliz para estos jóvenes del IES Nuevo Scala y el Don Diego de Bernuy, de Benamejí, si bien había alumnado de esta localidad y de Rute, pero también de otros municipios cercanos.
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Todos han aprobado, los 34 que se examinaban de Matemáticas Aplicadas y los cuatro que lo hacían de Griego. Las calificaciones invitan a la satisfacción general. Según la Universidad de Córdoba (UCO), ha habido 10 sobresalientes (siete en Matemáticas y tres en Griego) y 18 notables (17 y uno). El resto han tenido diversas calificaciones, aunque todas con el aprobado como umbral mínimo. Se desconoce si las notas de esta repetición responden a las sensaciones con que cada joven salió al término de la primera prueba. En lo que sí coinciden la mayoría es en que el grado de dificultad era similar.
No en vano, los respectivos ejercicios correspondían a lo que se llama un “examen de incidencias”, es decir, el que se contempla en una convocatoria de este tipo por si surge cualquier imprevisto. Lo había confirmado el vicerrector de la UCO, Israel Moreno, cuando se trasladó a Rute la mañana de la repetición. También entonces adelantó que se intentaría que las notas estuvieran listas esa misma tarde y se comunicaría por teléfono personalmente a cada estudiante, antes incluso de que publicaran en internet. Así ocurrió, para cerrar el capítulo en lo que a las notas se refiere.
En cambio, sigue abierta la investigación de la UCO para determinar qué ha pasado y en qué punto se perdió la cadena de custodia de los exámenes. A raíz de ello, estos 38 jóvenes asistieron de forma concatenada a la incredulidad, el estupor, los nervios de volver a tener que estudiar y examinarse, la indignación por no darles alternativa y por último la resignación de repetir la prueba; y todo en menos de 24 horas. El enfado es extensivo a los padres y madres, que entienden que la Universidad no ha actuado con transparencia y se ha puesto a los estudiantes entre la espada y la pared.