Rute se echó a la calle para celebrar el triunfo de España en el Mundial de fútbol

Los coches recorrieron las calles hasta altas horas de la noche

Los coches recorrieron las calles hasta altas horas de la noche

Rute no fue una excepción y la gente celebró una victoria histórica. Eran las once de la noche cuando Andrés Iniesta enganchaba una volea que ponía a España por delante en la prórroga de la final del Mundial y la encumbraba a la cima del fútbol. En su pierna derecha estaban los corazones que habían vibrado y latido a más pulsaciones de la cuenta durante casi ciento veinte minutos. Dos horas de incertidumbre y patadas a destiempo de los holandeses. De sus botas y de su alma salió ese disparo que reventó la red holandesa y la frustración de tantas generaciones de españolitos que pensaron que nunca veríamos algo así.

Tanta adrenalina contenida se desbordó cuando pitó el final del partido el lamentable árbitro inglés, principal cómplice del juego sucio de “los tulipanes”. Era la hora de festejarlo. Como en el resto del país, en las calles de Rute también atronaron las bocinas de los coches. Pitaban sin cesar al tiempo que los acompañantes de los conductores ondeaban las banderas por las ventanillas. Fue una jornada donde hubo de todo: quienes vieron el partido en casa y luego salieron; quienes los vieron en un bar o una peña deportiva; y cómo no, grupos de amigos que se reunieron alrededor de una pantalla para vivir juntos la euforia.

Pese a que hoy era jornada laborable, la celebración se prolongó hasta casi la madrugada. Como en una versión diminuta de Cibeles o Neptuno, no faltó quien se bañara en la fuente que hay frente al cuartel de la Guardia Civil o la del Paseo del Fresno. Con la resaca todavía en el cuerpo, Radio Rute abría sus micrófonos para que la gente contara su experiencia. Colaboradores habituales de la emisora, como presidentes y directivos de las peñas deportivas; oyentes fieles como Juana Muñoz, Balbi Guerrero o “Chupi”, futbolero empedernido, que no dudó en ver en esta ocasión tan especial el partido con su padre.

Todos compartimos un momento único. Incluso los que no son muy seguidores del fútbol han vivido estos 30 días de Mundial con intensidad. Nunca antes se habían colgado en los balcones y ventanas de Rute tantas banderas de España. Está claro que un Mundial no arregla la crisis. Pero en justicia a tanta gente que lo está pasando tan mal le hacía falta algo que aliviara los sinsabores del día a día. A quienes sólo vean en esto un deporte habría que recordarles la famosa frase de Bill Shankly. Fue el mítico entrenador del Liverpool quien dijo que el fútbol “no es una cuestión de vida o muerte; es algo mucho más importante”.

Sólo así se entiende la alegría que se desató a las once de la noche de un once de julio, una fecha marcada ya para siempre por Andrés Iniesta y un grupo de compañeros irrepetible. Desde Rute, un rincón de la Subbética cordobesa que tal vez la mayoría de quienes tocasteis la gloria en Sudáfrica no conozcáis, nos sumamos al agradecimiento colectivo por habernos hecho un poquito más felices. Falta nos hacía.

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