Patrimonio etnológico: la restauración de las caleras

Estimado lector, con motivo de la publicación del mes de marzo quiero introducir un concepto que no habíamos abarcado abiertamente en ediciones anteriores, se trata de la etnología. Está se caracteriza por ser la ciencia que estudia los pueblos y sus culturas en todos sus aspectos y relaciones. Como es habitual la inclusión de nuevas nociones vienen propiciadas por el desarrollo de una serie de circunstancias. En esta ocasión vamos a prestar atención en la restauración de una serie de caleras ubicadas en nuestra sierra, tarea que se ha llevado a cabo gracias a la labor de la Junta de Andalucía.
La explotación de cal ha sido una de las actividades económicas más destacadas de nuestra localidad, la podemos retraer incluso a la fundación del propio Rute moderno, allá por el siglo XVI. Durante el siglo XX, esta actividad se encontraba en pleno auge, contando con numerosos puntos de producción, de los cuales muchos aún se conservan, además de verdaderos maestros caleros con una dilatada experiencia. En la actualidad, podemos ver como prácticamente ha desaparecido debido a la introducción de nuevas mecánicas que han terminado por desalojar a las prácticas más artesanales. No obstante, la extracción de cal ha sido un fenómeno que ha quedado rubricado en nuestra historia y conciencia colectiva, fruto de ello son las numerosas leyendas que existen alrededor de esta práctica. Es precisamente en este apartado donde pretendo incidir.Desde la perspectiva etnológica no solo hay que conservar el registro material, lo que viene siendo las distintas edificaciones, sino también el registro inmaterial, el cual se fundamenta en los distintos procesos de fabricación, así como, en el imaginario colectivo. De hecho, creo que es muy interesante que se haya actuado sobre este tipo de bienes patrimoniales, pero de nuevo, no podemos quedarnos en lo superficial, debemos seguir profundizando para evitar la pérdida de información.
Como viene siendo habitual, al no existir en nuestra localidad una política cultural definida, se van desarrollando proyectos que benefician aspectos muy concretos de nuestro corpus patrimonial, en detrimento de seguir una línea que permita una significativa mejora general. Sobre esta problemática ya hemos hablado largo y tendido y parece no tener solución a corto plazo. Por todo esto y para evitar caer en el pesimismo, debemos satisfacernos de recuperar algunos ecos de nuestro pasado. Esperemos que al menos, solamente debamos preocuparnos por la normal erosión del paso del tiempo en estos bienes recuperados y no tengamos que lamentar incidentes vandálicos, los cuales en los últimos meses vienen siendo tónica habitual.

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