Miembros del Club Atletismo Rute culminan las maratones de Atenas y Valencia

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La trayectoria del Club Atletismo Rute no sólo sigue al alza en cuanto al número de integrantes y su presencia en carreras de fondo y medio fondo. También las pruebas en las que participan son cada vez más exigentes. Ni mucho menos significa que hayan renunciado a las carreras populares, pero cada vez es más frecuente ver las camisetas azules que identifican a los ruteños en medias maratones y maratones completas. En dos fines de semana consecutivos ha habido dos citas clásicas con los míticos 42 kilómetros y 195 metros. El 9 de noviembre se corría la maratón de Atenas, y justo una semana después, el día 16, la de Valencia. Y en ambas ha habido representación del club. En Atenas estuvieron los hermanos Francisco y Félix Arrebola, mientras que a Valencia acudió José María Pérez.

Para Francisco Arrebola, la carrera tenía ese componente entre místico y legendario de ser “el lugar donde empezó todo”. De hecho, tanto él como su hermano han corrido varias maratones pero él al menos tenía desde hace tiempo claro que quería acudir a la de Atenas. Había ido como turista, pero no como corredor. Para reforzar ese aire mítico, partía de la propia ciudad de Maratón y concluía en el estadio del Panathinaikosde la capital griega. En lo estrictamente deportivo, afirma que es una prueba “muy dura”. Aparte de la distancia, tiene el inconveniente añadido de que los treinta primeros kilómetros son en cuesta. Pese a que asegura que su hermano Félix tiene mejor condición física, al final sufrió más. La principal consecuencia es que apenas pudieron correr juntos. En los diez kilómetros iniciales, Félix se distanció más, y en la segunda mitad Francisco se fue acercando, pero sin llegar a coincidir. Al final, Félix estuvo en las 4 horas y 23 minutos y Francisco diez minutos por encima.

Éste explica que el entorno de Rute, con tantas cuestas, “donde hay que trabajar más la fuerza que la velocidad”, le ha resultado “ideal” para preparar la maratón de Atenas. Además, en marzo estuvieron la de Barcelona y en los meses previos han hecho varias medias. Como él apunta, tan importante como la maratón en sí es “el camino que te lleva hasta ella”. En ese camino, se necesita “una motivación muy fuerte” para no dejar de prepararla ni un día durante esos meses. Aun así, coincide con cualquier maratoniano en que hasta que se empieza la carrera y se perciben las sensaciones y el estado físico no se tiene la certeza de poder acabarla. Otra sentencia con la que está de acuerdo es la de que en una maratón “siempre lo pasas mal” en algún momento.

El problema se presenta en “el muro”. Como recuerda José María Pérez, así se conoce en el mundillo al límite que supone alcanzar el kilómetro 30. Francisco Arrebola está convencido de que cualquier fondista que tenga un mínimo de preparación llega a ese punto sin muchos contratiempos. A partir de ahí, surgen los dolores “y hay que tirar de psicología”. José María Pérez incluso cree que en la maratón es más importante si cabe el componente mental que el físico. Como muchos otros corredores, él recurre a dividir los 42 kilómetros en carreras más cortas de 10. En su caso, era la quinta vez que acudía a Valencia. Por tanto, el trazado le puede resultar más familiar para saber dónde hacer esas divisiones mentales. Con todo, y justo porque ya se lleva mucho corrido, es inevitable que aparezca el abatimiento al llegar al kilómetro 30. A la vez que se hace más patente el cansancio, la mente se obsesiona con lo que todavía falta. Por eso, subraya la preparación psicológica que se requiere.

Coincide con los hermanos Arrebola en que en la primera mitad el ritmo ha de ser algo inferior a la segunda, para asegurarse que se puede completar. Por ese motivo, afirma que en esos kilómetros iniciales “se disfruta mucho” al no forzar. En los finales, se disfruta “de otro modo”, con sufrimiento, pero también con la recompensa de acabar y ver premiado el esfuerzo. Incluso añade otro “autoengaño” a esa división mental, cuando las fuerzas flaquean, como es repetirse que es la última que corre y hay que terminar como sea. Así pues, al igual que Francisco Arrebola, no oculta que la palabra maratón y la palabra sufrimiento van unidas. Pero es justo ese punto “épico” lo que la hace tan atractiva. Tiene asumido que, “como todo reto”, cuesta conseguirlo, “siempre que no sea perjudicial para la salud”. Es en ese contexto cuando surge la incertidumbre de si se logrará o no. En su caso, tras varias maratones a sus espaldas, sabe que es factible y también cuáles son sus límites. Estaba convencido de terminar, “otra cosa es en qué circunstancias y en cuánto tiempo”. Para Valencia, José María se había marcado como objetivo bajar de las tres horas y mejorar el tiempo que hizo en 2013 en Sevilla (2:59:52). Pese a que en Valencia salió muy bien, al final se quedó un pelín por encima (3:01:38). Aun así, está más que satisfecho del tiempo logrado.

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