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A los tres episodios de este tipo en el verano se suma el hecho de que en Rute no ha llovido desde el 21 de junio, lo que sitúa al embalse muy por debajo del 20%
Como en buena parte del país, Rute vive en la segunda semana de agosto la tercera ola de calor en lo que va del verano. En muchos puntos ha sido la más intensa, con valores más extremos. En Rute no se han llegado a batir los registros que dejó otro de estos episodios, el mes pasado. En concreto, el 17 de julio se marcaron 42,1 grados, la máxima más alta en lo que va de año. El día 10 se habían registrado 41,8, de modo que julio ha deparado dos de las máximas más altas de la serie histórica, que se remonta a 1973. En agosto, el episodio más alto se ha dado en la jornada del miércoles 9, con 41 grados.
- A menos de un mes para que concluya el año agrícola, sólo se han recogido 403,2 litros de agua, muy lejos de los seiscientos de media
Por si fuera poco, la sensación térmica de sofoco se acrecienta por las prolongadas jornadas con valores tórridos. Desde hace un mes y medio han sido contados los días en que la máxima ha caído por debajo de 35 grados. Algo similar ha ocurrido con las mínimas. Desde primeros de julio, rara vez se ha bajado de los 20 grados. En este periodo se ha asistido, en el “mejor” de los casos, a noches tropicales, por encima de ese valor, o incluso noches ecuatoriales, cuando la mínima no baja de 25. Dos noches han destacado de manera especial, la del 18 al 19 de julio, con una mínima de 26 grados, y la pasada madrugada del 9 al 10 de agosto, en que el mercurio no descendió de 26,6.
Todo ello sigue repercutiendo en los raquíticos niveles del Pantano de Iznájar, que, semana tras semana, siguen descendiendo. Como cada martes, el pasado 8 de agosto la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ponía al día los datos de los embalses que conforman la cuenca. En el caso de Iznájar, ahora mismo apenas si conserva 162 hectómetros cúbicos. En los últimos meses, la Confederación ha actualizado la capacidad máxima del que sigue siendo el pantano más grande de Andalucía. En lugar de los 981 hectómetros cúbicos que siempre se ha establecido como cifra oficial, ahora figuran en sus informes 920 hectómetros cúbicos de capacidad efectiva. Ni siquiera ello atenúa la gravedad de la situación, ya que el porcentaje de agua embalsada a duras penas alcanza el 17,61%.
El panorama es peor que hace un año, cuando ya se advertían los efectos devastadores de la sequía. A estas alturas de 2022, el pantano estaba justo en el 20% de su capacidad, con 184 hectómetros cúbicos, y las alarmas ya estaban encendidas. Más desolador aún es el panorama a diez años vista. La media a estas alturas de la última década es de 485 hectómetros, lo que supondría un 52,76% de la capacidad total. Esas cifras son impensables cuando, un verano sí y otro también, llevamos años asistiendo a periodos prolongados de sequía. En el que nos ocupa, en Rute no ha caído ni una sola gota de lluvia desde el pasado 21 de junio. A menos de un mes para que concluya el presente año agrícola, el total acumulado es de 403,2 litros, muy lejos de los seiscientos en que se halla la media histórica de muestro pueblo.
Rute no es una excepción, al contrario. No son pocos los municipios españoles y andaluces donde ha habido que tomar medidas para controlar el gasto de agua. En nuestro entorno más cercano, en Iznájar se ha prohibido este verano el llenado de piscinas, y el riego de huertos y jardines privados. Y desde finales de julio, en Lucena se efectúan cortes en el suministro los fines de semana por la tarde. En Rute, que, por fortuna, cuenta con numerosos veneros y acuíferos, de momento no se ha aplicado ningún tipo de restricción. Hay que recordar que la localidad no se nutre como buena parte del sur de la provincia del agua del Pantano, sino de la que procede directamente del acuífero de La Hoz.