La yincana organizada por Anya repartió pruebas de orientación y aventura por todo el término de Rute

Una de las pruebas más espectaculares fue la  escalada en el rocódromo junto al Polideportivo Municipal

Una de las pruebas más espectaculares fue la escalada en el rocódromo junto al Polideportivo Municipal

Durante toda la mañana del primer sábado de marzo fue una constante ver por las calles de Rute a parejas de deportistas ataviados con las mallas atléticas y el casco ciclista. Eran los participantes en la yincana organizada por la asociación Anya. Tirolina en la Cueva de Los Grajos, una prueba de equilibrio en la Fuente Alta, sky-tándem, paintball, un ejercicio multijuegos en el pabellón Gregorio Piedra o escalada en el rocódromo del Polideportivo Municipal fueron algunas de las pruebas preparadas. En ellas se combinaba la habilidad con la preparación física, pero también se buscó mezclar distintos puntos del entorno natural de Rute y el casco urbano. Hasta el carnaval de estos días estuvo presente en la lista de objetivos a cumplir. La yincana concluía en el Paseo Francisco Salto. Allí debían llegar disfrazados los participantes después de haber recorrido un circuito de bares donde iban recopilando pistas.

Más de cuarenta personas se sumaron a esta iniciativa, repartidos en 22 equipos. El presidente de Anya, Juan José Fernández, destacó esta amplia participación como lo más satisfactorio de la jornada. El único pero estuvo en la escasa convocatoria de la “mamá-car”, presentada en principio como la categoría más original de esta yincana. Consistía en que una madre debía recorrer acompañada de un niño y otra mujer en un circuito “espectacular”. Sin embargo, sólo se registraron tres inscripciones para esta modalidad y se optó por aplazarla para mejor ocasión.

Según el presidente, la yincana sirve también de preparación para pruebas de aventura y orientación de más envergadura como el raid, que de nuevo se celebrará en Rute este año. Fernández insiste en que se trata de una competición para la cual, más que un gran nivel físico, es básico tener preparada una buena estrategia. De hecho, en el programa de carrera se había especificado que nadie se obsesionara con completar todas las pruebas. Materialmente, se podía lograr, y hubo dos equipos de la categoría Aventura que lo hicieron, “pero es duro porque tienen el tiempo limitado”.

El grado de satisfacción se extendía a los propios participantes. Daniel Porras y Juan Salvador Alba, ganadores en la categoría de Promoción, calificaron de “increíble” la creatividad de los organizadores a la hora de preparar las pruebas. Ellos mismos confirmaron lo importante que es analizar los mapas y buscar las balizas en el orden más adecuado. Alba lo sentenciaba de forma clara: “A veces es mejor pararse un instante que correr”. Como muchos otros compañeros, ambos coinciden en que una de las claves del éxito de la yincana ha sido repartir las pruebas entre el entorno natural y el casco urbano.

En su caso, ha sido la primera experiencia en una yincana, pero aseguran que no será el último. En este sentido, Porras asegura que no es necesaria una gran preparación física, ya que cada cual puede completar las balizas que quiera, “y tanto si haces siete como si te quedas en tres se pasa genial”. Antonio Jesús Aguilar, compañero de equipo de José Ariza, matizaba que sí se requiere una mejor forma si uno aspira a realizar la mayoría del circuito. También ellos dos eran debutantes en una yincana, aunque físicamente están rodados por su práctica del atletismo. Siguiendo los consejos de la organización, lo primero que hicieron fue analizar cuántas balizas podían completar en un tiempo prudente. Al final, sólo se dejaron tres atrás.

En cuanto a las valoraciones generales de los promotores, para Alfredo Puyol “Mani” se había logrado el objetivo principal de “movilizar a la gente”. “Mani” había participado en la organización en su doble condición de técnico municipal de Deportes y miembro de Anya. Según puntualizó, no se trataba sólo de hacer deporte sino de que la gente al mismo tiempo “se divirtiera”. Por ese mismo motivo, se habían desmarcado ligeramente de la yincana convencional, “que es en un circuito cerrado”. El resultado final ha sido esta “prueba multiaventura, englobando el entorno natural y el pueblo”.

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