La normalidad de reencontrarse con las raíces

  • Tres años después, el Traslado de la Virgen del Carmen recuperó su esencia, anunciando la llegada de los días grandes de las Fiestas Patronales de Rute

La bajada por los Barrancos es uno de los momentos más característicos del Traslado

Galería Traslado Virgen del Carmen 2022

Nada es lo mismo sin la calle, sin la multitud, sin la paleta cromática con la que el sol pinta Rute cuando cae la tarde del último domingo de julio. Tres años después, en esta ocasión el día 31, como haciéndose de rogar, se han vuelto a vivir esos instantes únicos que anuncian los días grandes de las Fiestas Patronales. La Virgen del Carmen volvió a salir sin restricciones. Desde 2019 no se había disfrutado de ese Traslado de la Patrona desde su santuario a Santa Catalina. Allí permanecerá hasta la noche del 15 de agosto para celebrar en toda su plenitud los cultos y actos organizados en su honor.

Durante estos dos largos años de “tinieblas sanitarias” se ha seguido llevando a la parroquia. Sin embargo, no era un Traslado al uso, con mayúsculas. Al contrario, hubo que hacerlo “casi a escondidas”, despuntando aún el alba, con un sencillo rosario de aurora, para que la presencia de público fuera mínima. Ahora no. Ahora la Patrona al fin asomó al dintel de la puerta a las nueve de la tarde, como manda la tradición, con su pueblo esperándola. Encabezando el cortejo, con tota la junta de Gobierno de la real archicofradía que preside Ana Burguillos, sonreía Cristina Caballero como reina de las fiestas al frente de su corte de damas de honor.

Se actualizó así la postal que ofrece Rute en ese tramo final de la calle Toledo, con los característicos Barrancos teñidos de naranja y el mar de olivos de la Subbética y la Sierra de Lucena como telón de fondo. Es, sin duda, la mejor tarjeta de visita estival para recibir a quienes vienen en estas fechas tan señaladas. Más que una instantánea, esos momentos son un vídeo, con movimiento y sonido, el de la Banda Municipal con ese “Reina y señora” repetido en bucle, como si intentara detener el tiempo.

El pasodoble de Francisco López volvería a sonar más allá del otro extremo de la calle, junto a la plaza que lleva el nombre de la Patrona. Fue parte del repertorio que interpretó la Coral Polifónica Bel Canto. Antes, a la altura del Ayuntamiento, el alcalde Antonio Ruiz había entregado un ramo de flores, en representación de la Corporación municipal. Para entonces ya lucía en toda la zona centro del casco urbano el alumbrado especial con el que la empresa local Iluminaciones Artísticas de la Subbética ha vuelto a demostrar su ingenio y esmero en el oficio.

El resto del Traslado discurriría por las calles Juan Carlos I, Roldán, otro paso fugaz por los Barrancos, para enfilar la calle Portugueses. Son calles que desde hace días lucen engalanadas, con colgaduras, banderitas o reposteros. A ello se suman los arcos de Juan Carlos I. Ya en el tramo final, a la altura de la residencia Juan Crisóstomo Mangas, esperaban los mayores antes de que la Virgen del Carmen entrara por la puerta grande de Santa Catalina. Allí está ya la Virgen para sus días grandes, los días en que Rute es un escaparate para todos sus vecinos y vecinas, quienes viven a diario o vuelven para reencontrarse con sus raíces, las raíces de un pueblo.

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