La molturación de la Cooperativa de Rute, con algo más de 9,3 millones de kilos de aceitunas, ha sido la más baja de los últimos años

  • Esta merma, justificada en parte por la vecería del olivar, se atribuye fundamentalmente al descontento de los socios con las últimas liquidaciones

  • El presidente considera que esto ha provocado que los socios lleven sus aceitunas a otras almazaras

La cooperativa no ha abandonado la idea de fusionarse con Almazaras de la Subbética

Francisco Cabrera vincula la baja producción de la Cooperativa Agrícola a las últimas liquidaciones de Dcoop

La Cooperativa Agrícola de Rute concluye la actual campaña con una de las molturaciones más bajas de la última década. Por las instalaciones han pasado este año 9,3 millones de kilos de aceitunas frente a los 32 millones de kilos que se molturaron el año pasado. Según ha explicado su presidente, Francisco Cabrera, esto ocurre en zonas como la nuestra, donde no existe regadío y se alternan ciclos de buenas o malas cosechas. Se trata de un fenómeno bienal que se conoce como la “vecería” del olivar y que significa que, tras un año de abundante de cosecha, se sucede otro en el que ésta es menor.

  • El proceso de fusión con Almazaras de la Subbética es complejo y aún no se ha cerrado nada
  • Para Cabrera, el desfase entre producción y consumo nacional sólo se resuelve aumentando las exportaciones

De hecho, Cabrera recuerda que ha habido temporadas en las que se molturaron diez u once millones de kilos, e incluso en 2008 cuando la producción  de la cooperativa cayó hasta los 8,7 millones de kilos. Pese a la “vecería”, la realidad es que la cosecha de este año  ha sido la más baja de los últimos cinco o seis años, apunta Cabrera. Curiosamente, dicha merma no tiene nada que ver con el estado de alarma generado por la crisis del coronavirus, según ha explicado el presidente. Para empezar, ha recordado que el sector de la alimentación, y por ende el de la agricultura, ha estado entre los considerados como “esenciales” por el Gobierno de la nación. Por tanto, no se vieron obligados en ningún momento a paralizar su actividad. Además, cuando se decretó el estado de alarma el 95% de la cosecha ya estaba molturada.

La causa principal de que la cooperativa ruteña haya molturado menos tiene que ver con “las últimas liquidaciones que ha hecho Dcoop”, apunta, que han sido muy bajas y han generado descontento entre los socios. De esta cooperativa de segundo grado forma parte Rute. Esto ha provocado, ha dicho Francisco Cabrera, que muchos agricultores estén llevando sus cosechas a otros puntos de la comarca. De hecho, en febrero la cooperativa inició contactos con Almazaras de la Subbética con objeto de estudiar la posibilidad de fusionarse con esta cooperativa de primer grado y dejar de forma parte de Dcoop. En este sentido, Cabrera argumenta que el proceso de fusión “es largo y se ha ralentizado con la pandemia”. No obstante, las negociaciones se prevé que concluyan antes de finales de julio o principios de agosto.

Por otra parte, para el campo andaluz, y por ende para el olivar ruteño, no corren buenos tiempos. Antes de la pandemia, el pasado 14 de febrero, los agricultores ruteños apoyaban masivamente las movilizaciones en defensa del olivar que tenían lugar en la carretera A-45 a la altura de Lucena. Reivindicaban, entre otras cuestiones, que los gobiernos regulen las ventas a pérdidas o la cadena alimentaria. También reclamaban ayudas que tengan en cuenta los costes de producción y la calidad del aceite del olivar tradicional. En este aspecto, Cabrera señala que las movilizaciones “han servido, aunque los resultados aún no sean tangibles”. Uno de los principales inconvenientes del campo a nivel nacional es el hecho de que forma parte de un mercado global y libre. Ello obliga a competir con productores  con menores exigencias de normativa alimentaria o respecto a la contratación de mano de obra.

No obstante, el presidente de la cooperativa ruteña confía en que las autoridades hayan tomado nota durante esta pandemia de lo que ha pasado. Ha faltado material sanitario por depender de terceros países. En cambio, en el sector de la alimentación, en el que somos una potencia agrícola de primer nivel, no ha existido desabastecimiento. De momento, la campaña ha concluido con unos precios bajos, lo que ha provocado que aumente “un poco” el consumo nacional y las exportaciones. Sin embargo, el excedente de la campaña es muy alto y la buena cosecha que se espera para 2020-2021 provocará, estima Cabrera, que los precios del aceite sigan siendo bajos el año que viene. En su opinión, el problema está en ese desfase que hay entre la producción y el consumo. Por ello, la clave pasa, a su parecer, por el aumento de las exportaciones y la promoción del aceite nacional.

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