La ingeniera agrónoma Pilar Ramírez coordina un estudio del Ifapa de Cabra para mejorar la calidad de los vinos andaluces

  • El proyecto, que comprende tres módulos, abarca desde marzo de 2019 a abril de 2021 y se lleva a cabo en colaboración con el Ifapa de Jerez y el de Málaga

La ingeniera agrónoma Pilar Ramírez en los estudios de Radio Rute

Entrevista a Pilar Ramírez, ingeniera agrónoma y técnica del Ifapa de Cabra

En plena vendimia, en la sede de Cabra del Instituto de Formación Agraria y Pesquera de Andalucía (Ifapa) de Cabra, la ingeniera agrónoma Pilar Ramírez y el personal técnico intensifican su labor de apoyo al sector vitivinícola. El centro de investigación egabrense participa a lo largo del año de diferentes proyectos de estudio de la calidad y la producción de la campiña cordobesa. Éste es el segundo año en el que ofrecen resultados del Proyecto de Transferencia y Cooperación en Vitivinicultura (Transviti), que coordina esta ingeniera de Rute. Está cofinanciado con fondos europeos Feder y se desarrolla hasta 2021 junto a otros dos centros de Ifapa, el de Jerez de la Frontera y el que opera en la provincia de Málaga.

  • La adaptación a los gustos del público y la falta de ayudas de la PAC ha provocado el arranque de un cuarto del viñedo andaluz en las dos últimas décadas

El proyecto incluye varios módulos de experimentación. Unos son de técnicas de cultivo, enfocados a mejorar la rentabilidad de los viñedos y la calidad de la uva. Y otros módulos se centran en la vinificación para experimentar con técnicas innovadoras que permitan la mejora de los vinos tradicionales andaluces o producir nuevos productos. En el centro de Cabra cuentan con un módulo denominado “Estimación de la calidad de la uva en el viñedo”. Está enfocado a estudiar la variedad Pedro Ximénez, que es la principal de la Denominación de Origen Montilla- Moriles. Con este proyecto, que da continuidad a otro anterior, se pretende sacar índices medibles en campo, para conocer la calidad de la uva in situ.

Para ello cuenta con siete parcelas colaboradoras perteneciente a viticultores de  Moriles, Montilla, Aguilar de la Frontera o Monturque. Además, según Pilar Ramírez, el sector está “muy implicado” y eso favorece su labor. En años anteriores han estudiado la variedad Pedro Ximénez, conducida en dos modalidades: vaso o cabeza, o espaldera. Ello ha propiciado la adopción de medidas de desarrollo vegetativo, producción, peso de madera de poda, e incluso se han podido caracterizar los suelos con la colaboración de la Universidad de Córdoba. Ahora, en 2020, corresponde la fase de vinificación de estas parcelas.

De momento, los resultados que se pueden transferir al sector son “muy interesantes”, porque han podido estudiar y calificar la uva en el campo en vez de en el lagar. Tradicionalmente, la calidad de la uva se ha evaluado por rendimientos en azúcares. Sin embargo, apunta Pilar, no siempre es así. Existen otros índices a tener en cuenta para estimar la calidad.

En el segundo módulo de experimentación se estudia cómo se comporta el viñedo con distintos manejos de suelo tradicional o ecológico. En concreto, en el manejo de la cubierta vegetal en ecológico no se permite utilizar herbicidas y, aunque la cubierta se  desbroce, “está viva”, y esto resta rendimiento de producción a las viñas. En este sentido, Ramírez también ha informado de que evalúan cómo se comporta la uva, con un tipo u otro de suelo, a lo largo de los años. Al ser un cultivo leñoso, las investigaciones de un sólo año no son extrapolables a los sucesivos. Hay que observar el comportamiento del cultivo durante varias temporadas. De esta forma, con los resultados obtenidos los viticultores pueden elegir lo que más conviene.

En el tercer módulo, elaboran vinos espumosos con distintas variedades andaluzas. El comportamiento y la adaptación de las variedades dependen de las zonas. No obstante, los resultados son transferibles para toda Andalucía. El proyecto comenzó en marzo de 2019 y termina en abril de 2021. De hecho, algunos de los módulos de experimentación proceden de otros anteriores.

En relación a la situación del sector, apunta Pilar Ramírez, “lleva años que lo está pasando mal”. La viña en Andalucía está enfocada a los vinos tradicionales. Son de alta calidad “pero no se comercializan lo suficiente fuera de las zonas de producción”. Según Ramírez, el sector lleva más de dos décadas adaptándose a los nuevos gustos de los consumidores. Por eso, además de las variedades tradicionales, se ha apostado por las tintas o blancas aromáticas. Así, desde 2012 se han desarrollado y distribuido vinos espumosos, en colaboración con Bodegas Robles de Montilla. Otro inconveniente que ha acarreado el sector es que la viña ha sido un cultivo que hasta la nueva PAC no ha estado subvencionado, como ocurre con el olivar o los cereales. Esto ha provocado mucho arranque de viñedo, apunta Ramírez. Por eso, en las dos últimas décadas se ha pasado de cuarenta mil hectáreas de producción a veintinueve mil.

Al margen de todos estos trabajos de investigación y experimentación, se ha apostado también por  los vinagres. En este sentido, el trabajo del Ifapa de Cabra se encaminó a apoyar los vinagres tradicionales de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles, una de las tres que existe en toda Andalucía y de las siete que hay a nivel mundial. En estos momentos se está apostando por el desarrollo de vinagres aromatizados con frutas, higos, membrillos o granadas.

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