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Rute ha vivido un fin de semana pletórico de devoción por la Morenita con la ofrenda de flores y la doble procesión de la Virgen de la Cabeza en los días grandes de sus Fiestas de Mayo
Galería Fiestas de la Morenita 2023
El sol ya está arriba del firmamento cuando una flauta travesera introduce las primeras notas de “Esperanza Barribalteña”. Sus acordes entran suaves, “in crescendo”, en el instrumental de la Banda Municipal. Podrían haber sido premonitorios un rato antes, como si se elevaran sobre las calles de Rute al compás del amanecer del segundo domingo de mayo. Echando la vista atrás, como una película pasada a ritmo de “time-lapse”, las primeras notas de la mañana fueron las de “Morenita y pequeñita”, el toque de diana que anuncia que el día grande de la Virgen de la Cabeza ha llegado.
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Las Fiestas de Mayo, las de Interés Turístico de Andalucía, las de siempre, se pueden visualizar así, a cámara rápida, como un flash-back de la vida. Rebobinando, pasan por la retina las imágenes de la ofrenda de flores, una de las muchas riadas de fervor que desembocan en ese mar de olivos donde se baña Rute por el estuario de San Francisco; o de los juegos populares recuperados en los últimos años el sábado por la mañana de manos de la Asociación Cultural “Morenita, Reina de Rute” a beneficio de Cáritas. Con el patrocinio del Ayuntamiento y la Diputación, el colectivo engrandece las fiestas rescatando esta tradición y con el espectáculo pirotécnico del domingo por la noche.
La religiosidad popular se gesta en unas entrañas, pero con los años crece y se reproduce hacia otros barrios, hacia todo un pueblo. Ocurre en la Vera Cruz, los Barrancos, San Pedro. En mayo, el fervor seminal se llama Cortijuelos, se apellida Barrio Alto. Sobre la base de sus calles se acumulan en estratos los años, los siglos, las vivencias, la devoción trasmitida de una generación a otra. Una imagen, la de la Virgen de la Cabeza, que muestra a su Niño es un escorzo que, de inverosímil, se torna milagroso, se hace partitura, se hace palabra y se hace memoria. Los versos y las notas de José María Gallo, Diego Molina, “El Serrano”, Juan Antonio Reyes, Juanjo Caballero o incluso los coros romeros, el de la Real Cofradía y el de “La Morenita”, son los albaceas de un legado intergeneracional.
Este año la Virgen no ha subido al cementerio, pero allí donde ya no existe la prisa, la impaciencia se templa hasta que vuelva allá por febrero, con el rosario de la Candelaria, como hará por el “Segundo Llano”. Faltan todos los que se han ido marchando por el túnel del tiempo. Tampoco están quienes emigraron lejos de casa y en días como éste les aprieta aún más el pellizco de la ausencia. Sólo algunos pueden volver. Quienes pueden contar que han estado en Rute el segundo domingo de mayo cantan y gritan con todas las ganas los “vivas” para suplir a quienes faltan.
Se suceden entre palmas y petaladas durante casi todo el día, con un pequeño intermedio de tarde. Es el intervalo justo y necesario para completar la mágica metamorfosis de la romería urbana de la mañana al aire solemne de la noche, reforzado con la presencia de las autoridades y los representantes públicos. Además, junto a la imprescindible Banda Municipal este año se cuenta con un acompañamiento musical “de campanillas”: la Banda de la 128 Promoción de la Escala de Cabos y Guardias de la Guardia Civil. Pero ni siquiera esa solemnidad solapa la alegría de vivir y festejar este día. Incluso al pasar a la altura del Ayuntamiento vuelve a sonar “Morenita y pequeñita”, que alternará con el “Himno grande” al culminar la subida del Cerro, para repetirse como un bucle en el Llano.
Allí, en la remozada plaza que lleva su nombre, los hermanos de varal bailarán por última vez a la Virgen de la Cabeza, antes de los fuegos artificiales que rubrican otra jornada inolvidable. Todo termina en el mismo lugar donde había arrancado la mañana, en San Francisco, donde había confluido el sábado la ofrenda de flores, donde una semana antes Víctor García había conmovido con su pregón, donde el lunes siguiente al último domingo de abril se habían congregado quienes recibieron a los Hermanos de Andújar. Por la parroquia entra y sale gente, como si fuera un corazón de fe que a golpe de sístole y diástole bombea en estos días devoción por la Morenita.
Sólo cuando todo ha pasado se descubre que a veces un domingo se marcha antes de tiempo. El lunes tiene un aire de encantamiento roto, de dudar si fue un sueño. Los ecos que resuenan en la mente de notas, ovaciones y palmadas reactivan el reloj. Acaba de ponerse en marcha. Ha empezado la cuenta atrás para que Rute sueñe de nuevo con mayo, con su “Esperanza Barribalteña” y su “Morenita y pequeñita”. Sólo falta un año para que el sueño de su segundo domingo vuelva a ser realidad.