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El recibimiento a los Hermanos de Andújar de vuelta de la romería de la Virgen de la Cabeza remueve recuerdos y sentimientos y anuncia el comienzo de las Fiestas de Mayo
Galería Hermanos de Andújar 2023
Andalucía es territorio de magia, o milagros, según cada vivencia personal, porque ambas experiencias trascienden lo que se puede explicar desde la razón. No existe una explicación lógica que argumente el vínculo emocional que se da entre abril y mayo entre Andújar y Rute, entre Jaén y Córdoba, entre Sierra Morena y la Subbética. También va más allá del radio de acción del hemisferio cerebral izquierdo el hilo invisible que conecta el pasado y el presente, el viaje a pie o en burro de casi dos días y los trayectos en coche o autobús de apenas dos horas, el yo y el nosotros, el sentimiento individual y el inconsciente colectivo. Porque el tiempo y el espacio diluyen sus dimensiones lógicas cuando la primavera alumbra los campos (secos, sí, pero igualmente luminosos) y emerge en el corazón andaluz el nombre de la Virgen de la Cabeza.
- La cofradía ruteña, la cuarta de las filiales en orden de antigüedad, ha sido reconocida como la de presencia más numerosa de este año en Andújar
El suyo tiene el timbre de otros nombres propios que han propagado la devoción y la fe a lo largo de los siglos. Ese nombre y su apelativo, Morenita, resuenan en el Cerro del Cabezo cada último domingo de abril y su eco se propaga, otra vez, en la unión de espacio y tiempo, hasta La Molina, cuando cae la tarde del lunes y mayo se abre paso para recibir en multitud a los Hermanos de Andújar. Y es que en años como éste también se unen esos dos meses, con la celebración más tardía posible del domingo final de abril y el segundo de mayo, como si poder ver a la Virgen se hiciera de rogar.
Para aliviar la espera, se había adelantado la misa de despedida de romeros a la tarde del jueves, con todo el cortejo que iba a representar a Rute en Sierra Morena saliendo desde la casa de hermandad hasta San Francisco. Se ha querido dar esa solemnidad porque sus nombres serían los que recordaran que la ruteña es la cuarta hermandad filial en orden de antigüedad. De ahí el lugar privilegiado que ocupa en el cortejo del Cerro del Cabezo, este año reconocida además como la más numerosa de todas las filiales que han acudido a los pies de la Morenita.
Todo eso y mucho más se revive cada año en la vuelta al día siguiente, recordando los nombres que precedieron a estos peregrinos de Sierra Morena. Donde hoy se dice Andrés, Quisca, Juangre, Loles, Francisco, Víctor o Carmen, antes se dijo Tere, Amelia, Raimundo, José, Juli o Manuel. De unos a otros han pasado los apelativos familiares: “Caleros”, “Serranos”, “Milhombres” o “Milindres”. Son el hilván de la memoria, estirpes herederas de un intangible patrimonio inmaterial y emocional. Cuando unos falten, otros darán la puntada que hile ese recodo del tiempo que es La Molina.
Pespunte a pespunte, himno a himno, de “Viva la Virgen de la Cabeza” a “Viva la Morenita”, entran en Rute, en el corazón del Barrio Alto, en la plaza que da nombre a su capitana, en la parroquia donde confluyen dos nombres comunes hechos propios con mayúsculas: Historia de la Morenita. Allí cantan y vitorean a “la sonrisa de Dios”, como la ha proclamado el obispo Demetrio Fernández. Repiten su nombre seguido de guapa, de bonita, de todas las palabras que intentan explicar lo que no se puede explicar con palabras: que en Rute ya es mayo, que la magia de Andújar se ha extrapolado a las Fiestas de la Virgen de la Cabeza y un pueblo entero está listo para vivirlas y celebrarlas.