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Junto a la única murga de este año en Rute, se contó con una comparsa de Encinas Reales y la de “Paco el Catalán”, de Cádiz
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Como ocurriera el año pasado, la velada estuvo presentada por Sandra Trujillo y las hermanas Carmen María y María José Ruiz
En Rute ya es Carnaval. No se trata sólo de un lema publicitario para una campaña con la que invitar a venir al pueblo. El certamen de agrupaciones, en efecto, ha dado un año más el pistoletazo a una de las tradiciones con más arraigo local. Cuando se abre el telón carnavalero, poco importa que sólo haya una murga en liza. Los Hisptanos, esa única agrupación local, se bastaron y se sobraron para ganarse al público que, eso sí, en menor número que otras ocasiones, se dio cita en el hotel El Mirador. También aquí se apreció que, más allá del nivel de las agrupaciones, los aficionados quieren ver ante todo a la gente de casa. Porque buen nivel ofrecieron las dos comparsas que compartieron escenario con Los Hipstanos.
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De abrir la noche se encargó la de Encinas Reales, “La que se deja llevar”. Después, daría el relevo la conocida como “Comparsa de Paco el Catalán”. Aunque procedentes de Cádiz, su vínculo con Rute viene a través del paisano Adrián Campos. Entre una actuación y otra, las hermanas Carmen María y María José Ruiz, y su prima Sandra Trujillo animaban la noche con aire de cabareteras. También se encargaron de agitar al respetable para que participara en el concurso de baile, a falta del de disfraces. Para este tramo de la velada se contó con la colaboración del grupo de baile de Antonio y Mónica Dance.
La guinda de la noche la puso la conocida como “murga de Rute” o “la chirigota del Willy”, guiño a Javier Ramírez, que impulsó este proyecto en 2011. Eso sí, conviven casi a partes iguales miembros originales y otros procedentes de la chirigota conocida como “Los juguetes”. De hecho, fue a un antiguo integrante de ésta, Juanma Cobos, al que se le ocurrió la idea del tipo hace un año. En esta ocasión, dan vida a un cruce entre castizos gitanos y modernos “hipsters”. Adictos al móvil y las redes sociales, no pierden el hilo con la tradición familiar gracias al personaje de “El Yayo”. En este punto, el papel de Pedro Campos como figurante se engrandece. Sin necesidad de que cante ni abra la boca, Javier Ramírez asegura que a Pedro le deben buena parte de las ideas de la puesta en escena de los dos últimos años. Pese a que al público de cierta edad, los “hipsters” le resultan más ajenos, la idea ha calado de nuevo y se ha ganado el beneplácito general. Gracias a ello y a la música y la chispa de sus letras, han alcanzado la semifinal del concurso de Málaga y un tercer puesto en el de Cabra.
Con la aclamación popular en Rute, quedó en segundo plano el desencuentro previo en cuestiones de organización. Los dos máximos responsables a nivel municipal y de la propia murga optaron por enterrar el hacha de guerra al final de la noche. No faltaría entre el público quien aplaudiera la sensatez de la decisión. Javier Ramírez tiene claro que las dos partes querían que el certamen saliera bien “y así ha sido al final”. Similar conclusión sacaba el concejal de Festejos, Antonio Granados, que no dudó en pedir disculpas (incluso sobre el escenario) por cualquier malentendido. Granados insistió en que todos quieren lo mejor para el Carnaval de Rute. Por su parte, para Ramírez cuando alguien dice que se ha equivocado es algo que siempre honra. Todo lo demás, siempre se puede hablar. Ambos pensaron que aquí paz y después gloria, y dieron el asunto por zanjado. Finalmente, al día siguiente, primer domingo de Carnaval, el tiempo permitió que se celebrara el concurso de disfraces infantil. Por delante, aún queda una semana para disfrutar de una de las tradiciones señeras del municipio.
