Las flechas de Cupido

“Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos”.

Jacinto Benavente

                                  A las víctimas de Cupido.

Mucho podría hablarse de Cupido, ese dios romano del amor, con aspecto de niño y con venda en los ojos para no ver los obstáculos y alas para superarlos.  Mucho habría que decir de su acierto o su desatino, de su manía de disparar flechas de amor a diestro y siniestro, incluso a quien no se pone a tiro o a quienes no pueden ni podrán nunca quererse, por más que hubiesen querido. A Cupido dan gracias sus afortunados destinatarios, aquellos que recibieron sus flechas y fueron felizmente correspondidos. Y a él, también, le dirigenreproches, en vano,  los menos favorecidos por sus designios.

En su historial de flechas lanzadas, hay historias que superaron la barrera de la distancia o la edad, la pared del miedo, el muro de la clase social, las espinosas vallas del qué dirán. Pero, en otras ocasiones, a Cupido se le rompieron las alas y no pudieron volar amores que tal vez, de haber podido ser, hubieran sido eternos, o sea, pasajeros, como la vida, pero infinitos mientras durasen. Cupido elige a su merced a sus destinatarios y no siempre acierta. Pero de nada sirve echarle en carasus desaciertos y su escasa puntería, si el amor fracasa o no existe más que en un sentido. Cupido va a lo suyo y dispara en la calle o en un andén, en un café, en un tren, en un avión, donde menos se espera… O no lo hace nunca. Hay gente que ignora sus benéficas acciones, y que– a veces por fortuna, para no caer en la ñoñería– no recibirá un mensaje cursi el 14 de febrero ni una chocolatina con forma de corazón. Y ahí están. Asumen que hay quien no tiene un amor a mano, como se asumen tantas otras cosas: porque ha encartado así, porque el destino lo ha querido. Aceptan y hasta disfrutan la vida en solitario, sin desengaños amorosos inesperados, sin que les digan un buen día, sin venir a cuento, que el amor se ha acabado o se ha roto, de tanto usarlo. Los olvidados por Cupido desconocen la vanidad de gustar. A nadie le quitan el sueño, nadie bebe por ellos los vientos. Nunca nadie les declaró su amor. Ni un solo corazón rompieron. A cambio, se ahorran alguna que otra decepción y los devastadores efectos del desamor. Y siguen ahí, cabeza alta, tirando hacia adelante, sin más fuerza que la suya, sin más coraje que el que le ponen a la vida cada día.Llenan su vida con amistades y  amores varios: a los demás, a la familia, a los amigos, a sus mascotas, al trabajo… Que ya dijo Albert Camus que “no ser amados es una simple desventura. La verdadera desgracia es no amar”.

También hay quien cree en falso haber sido alcanzado por la flecha del amor y se casa por casarse, por no quedarse solo, por temor a afrontar la vida en solitario, sin nadie a su vera que le anime o respalde sus decisiones, que aplauda sus éxitos, que espante sus miedos. Hay quien seempareja por no tener valor de salir a la calle o ir a un acto social sin nadie del brazo, sin más certeza que la tenerse a uno mismo, nada más.

Cada febrero, los comercios nos recuerdan que es San Valentín, pero el amor de verdad poco tiene que ver con el dinero ni cabe en un solo día de febrero. A lo Dante, el sol sigue moviendo a diario el sol y las estrellas, y pintando siempre de azul el cielo. No se deja envolver, si no es en un abrazo. Ni se vende, ni se compra al contado ni a plazos. Es incompatible con el engaño, impermeable al desaliento, valiente, tenaz, generoso, tozudo, aventurado. Dichosos  quienes alguna vez se vieron envueltos en sus brazos y recibieroncartas, SMS o “whatsapps” capaces de solear un día nublado y espantar desánimos. Esos celebrarán el 14 de febrero y cada nuevo día que les amanezca y permita vivir lo que sienten. Para otros, en cambio, el 14-F será un día más, como otro cualquiera del calendario. No tendrán que marearse buscando regalos, ni desliar ninguno a ellos dirigido. El amor para ellos pasó de largo o nunca vino. No lo esperan, aunque saben que a la vuelta de cualquier esquina pueden encontrárselo de bruces. Y que entonces no habrá escapatoria, ni excusas ni remilgos. Cuando la flecha del amor los alcance, caerán rendidos. Olvidarán que ha tardado demasiado y saldarán a besos sus cuentas pendientes con Cupido.

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