Diez pregoneros llevan a la Morenita al corazón y los hogares de Rute

  • Sus voces se hacen eco del sentir de quienes no han podido ver junto a su puerta a la Virgen de la Cabeza durante los dos últimos años por la pandemia

Fueron diez voces elegidas para portar el sentir de cuatro siglos y medio en un pregón diferente, más emotivo si cabe; para poner palabras a un silencio de dos años, los que lleva la Morenita sin salir a la calle. Y, sin embargo, Félix Pelayo insistió en que la Virgen de la Cabeza seguirá yendo a través de los corazones a cada hogar de Rute. Fue uno de los pregoneros de la última década que subió al doble atril de San Francisco para ensalzar la grandeza de las Fiestas de Mayo. Fue un pregón múltiple, de fragmentos rescatados y a la vez nuevo, porque toda devoción conlleva la renovación de lo vivido.

A la hora del Ángelus, tras la presentación de la secretaria de la junta gestora, Beatriz Caballero, y la introducción cantada de los Cuatro Caños, Francisco Molina, Juan José Piedra y Juanfran Caballero, comenzó esta visita a la historia. Si Félix Pelayo instó a que suene la campana de los costaleros en este año “blanco como el manto de la Virgen y las batas de los sanitarios”, Andrés Cobos evocó a quienes ya no están, pero son memoria viva del mayo ruteño. Que éstas sean unas Fiestas de Interés Turístico es el culmen de un recorrido que, como apuntaló María Tirado, emprendieron unos caleros que trajeron a Rute los ecos de un sentimiento aflorado en Sierra Morena.

Desde allí vino para ser, en palabras de Encarnación Arroyo, metáfora maternal de una primavera que se expande por los campos de la tierra llegado mayo, y que en 2015 conquistaría la capital como una advocación de referencia en la provincia. Así la vio y la vivió el párroco Carmelo Santana, que comprendió que su corazón se había vuelto ruteño mucho antes de venir aquí. Porque, como dice José Julián Tejero, la Virgen de la Cabeza es de donde es cada devoto que la siente dentro. Por eso, Rute “es Andújar en abril; pero ante todo, Rute es mayo”. Y así lo relató Magdalena Cobos, encargada de repasar “cómo viven las fiestas los cabezones”, con sus calles floreadas, el momento mágico y emotivo de la bajada, el reencuentro de quienes vuelven y todo aquello que en un grito de “¡Guapa!” resume las palabras que no aciertan a salir.

Ésa es la algarabía de la mañana del segundo domingo de mayo, que se vuelve solemnidad de noche: dos formas de vivir una misma pasión. Y es que, según Manuel Caballero, es justo eso, pasión, lo que representa la Virgen de la Cabeza “para el ruteño de a pie”. De hecho, apostilló Juan Manuel Arcos, sentirla es más que una devoción: es “un estilo de vida, un mundo de cariño”. Con ese cariño José Rafael Martínez rubricó sus versos a “la alcaldesa del corazón de los ruteños”, antes de que los diez pregoneros, que recibieron un pergamino de la presidenta Carmen Caballero, reafirmaron en una intervención final conjunta su amor a la Virgen de la Cabeza.

Así le rezaron cantando, como dice la “Salve” de José Julián, reinventada en el piano de Mariano Reyes y las voces de María Aurora Caballero y Mari Carmen Sánchez. Su música sonó tan visceral como los himnos de la Morenita, interpretados por la charanga Silosé Novengo. Sus notas guiaron el canto de un público limitado, unos cuantos elegidos, testigos de cómo la suma de diez voces loando a la Virgen de la Cabeza fue una voz única, singular. Es la voz que renueva el mensaje de que Rute ya es mayo.

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