Cruzber comienza sus actos del sesenta aniversario recordando sus orígenes

  • El director-gerente, Gregorio Cruz, se ha remontado al año 1963, cuando un autónomo, su padre, fundó una empresa de construcciones metálicas

“El futuro de Cruzber está por llegar”. Así comenzaba su intervención Gregorio Cruz, el director gerente de una de las empresas más potentes de la industria local y un referente a nivel provincial y nacional del sector de la fabricación de portaequipajes y accesorios para el transporte de turismos y vehículos comerciales. Desde 1963 esta industria ha evolucionado hasta ser líder en el mercado español y estar presente en más de treinta mercados de diferentes continentes. Contar su historia, apunta Cruz, es reconocer el carácter emprendedor de la familia Cruz y en especial de su fundador, su padre, Antonio Cruz.

En la década de los años 60, Antonio Cruz era un autónomo, apasionado del mundo del motor, que tenía conocimientos de herrería. En 1963 decidió crear Construcciones Metálicas Antonio Cruz Luna, y diez años después, a finales de 1973 constituyó la firma Cruzber. Antonio Cruz era hermano, hijo y nieto de personas emprendedoras y vinculadas a diferentes negocios o empresas de fabricación y construcción metálicas. Ahora, coincidiendo con el comienzo de los actos del sesenta aniversario, su hijo, Gregorio Cruz, ha repasado las distintas etapas y el crecimiento que ha experimentado la empresa a lo largo de estas décadas.

Para ello, Gregorio Gruz reunió a los trabajadores y trabajadoras, el pasado viernes 17 de marzo en el salón de actos del Edificio Alcalde Leoncio Rodríguez para hacerles partícipes de los orígenes de la empresa. Se trata de una industria que no ha dejado de crecer y que ha tenido que reinventarse y afrontar varias crisis hasta alcanzar el nivel de excelencia actual. Entre los años 1973 y 1995, el foco principal estaba puesto en la fabricación de unos productos que se vendían en su totalidad. Con la adquisición de nueva maquinaria, la empresa experimentó un crecimiento sustancial. Con esa maquinaria, lejos de perderse puestos de trabajo, se generaron nuevos perfiles, apunta el gerente.

  • Gregorio ha destacado el carácter emprendedor de la familia y del fundador de Cruzber, su padre, Antonio Cruz

Para el trabajador más veterano en la actualidad, Bartolomé Granados “ha sido increíble ver cómo ha avanzado la empresa”. Para su hermana Maricarmen Cruz, que se incorporó en 1986, la fábrica ha formado parte de su infancia y ha sido como parte de su casa. Ella ha pasado por diferentes departamentos y recuerda cómo, con tan sólo 17 años, era responsable de elaborar los albaranes con máquina de escribir. En el caso de Gregorio, éste se incorporó a la empresa un año más tarde que su hermana. Otros trabajadores vinculados a Cruzber, como José Luna o Rafael Arcos, son hijos de personas que también trabajaron y se jubilaron en esta empresa. Ambos se sienten satisfechos y agradecidos con lo aprendido y con el trabajo que desempeñan.

Entre 1995 y 2004, la empresa cambió su enfoque y situó al cliente en el centro de su acción comercial. Para ello, incorporaron perfiles y técnicos de atención al cliente. Uno de los ingenieros de esa etapa, Rafael Cantó, natural de Córdoba, confiesa que no sabía dónde estaba Rute cuando decidió aceptar el trabajo de Cruzber. Asegura que el desarrollo profesional que ha logrado, la acogida y el ambiente que encontró, es lo que hace que aún permanezca aquí.

Por esa época, la menor de los hermanos Cruz Bermúdez, Marisa, también se incorporó a la empresa. Tras su formación académica y su paso por otro tipo de trabajos, Marisa Cruz pasó a formar parte de la plantilla de Cruzber. Como su hermana, también ha pasado por diferentes departamentos. En la actualidad está al frente del área de Finanzas y da fe del crecimiento experimentado por la empresa, que ha sido “brutal”. Además, no oculta su motivación para asumir nuevos retos y seguir evolucionando.

Las primeras instalaciones de Cruzber se encontraban en la avenida Blas Infante, en el casco urbano de Rute. Desde 2002 se ubican en el polígono industrial de La Salina, donde no han dejado de seguir sumando nuevas naves y maquinarias. Según Gregorio Cruz, el periodo comprendido entre 2005 y 2015 fue el de la internacionalización de la empresa, con el cierre de acuerdos muy importantes para la comercialización de sus productos que les han permitido penetrar en mercados de diferentes países y continentes.

En esta etapa se incorporaron personas expertas en diferentes áreas de Ingeniería, Diseño, Marketing o Informática. A algunos, como Manuel Granados, Cruzber les brindó su primera experiencia laboral. Éste asegura haber aprendido en la empresa tanto o más que en la universidad. Para otros, como Juan Aceituno, José Antonio Espinosa o Juan Ortiz, su incorporación supuso, según el caso, dejar la capital, otros empleos e incluso rechazar ofertas laborales atractivas. Sin embargo, dicen sentirse “orgullosos” de formar parte de la plantilla. Por su parte, Juan Ramón Muñoz afirma que en pocas empresas se trabaja como en Cruzber.

En la última década, Antonio Durán, como Jefe de Taller, o Ana Guerrero, por su manejo de los idiomas, en el departamento de Exportaciones, han contribuido a dar otro impulso a la empresa. El primero destaca las buenas condiciones laborales con las que cuentan y el ambiente que se respira. La segunda ha comprobado cómo la empresa no ha dejado de crecer y crecer, con más plantilla, nuevos mercados y más facturación. Además, desde 2017, ha ido sumando a más de veinte personas con algún tipo de discapacidad, quienes son “magníficos” trabajadores, según Gregorio Cruz.

Noviembre de 2017 fue un mes triste para la familia Cruz, con el fallecimiento del fundador, a quien ninguno de sus hijos ni empleados olvida. El relevo generacional podría llegar de manos de Mari Trini Cruz, la hija de Gregorio. Como sus tías, también ha crecido jugando junto a las máquinas, correteando por los pasillos de la fábrica o considerando la empresa como parte de su casa. Ella trabaja en Cruzber desde hace cuatro años, y está muy agradecida a su abuelo, padre, sus tías y sus compañeros y compañeras.

Por ahora, tras la pandemia, Cruzber ha seguido sumando nuevos miembros a la plantilla. Es el caso de Guillermo Ballesteros, que ha ingresado en el equipo directivo. Él es un experimentado en el sector y procede de otras empresas de mayor facturación. Sin embargo, asegura haber encontrado en Cruzber la proyección de cualquier multinacional y la cercanía que ofrece el hecho de ser una empresa familiar. También Araceli Écija, en el departamento de Relaciones Humanas, y otros jóvenes se han incorporado en los últimos años. No obstante, Gregorio Cruz no descarta sin perder su carácter familiar, entablar futuras alianzas con otras firmas o empresas europeas para dar el salto que Cruzber demanda.

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