¡Hasta siempre, don Camilo!

Que con los años nos vamos haciendo mayores, eso es una obviedad; que con el tiempo vamos teniendo amigos nuevos, también; y que igualmente nos despedimos de otros, pues lo mismo. Si no ha mucho que supimos que el 12 de diciembre de 2020 nos dejó para siempre nuestro entrañable don Jesús Ribas, ahora recientemente hemos sabido que Camilo Valverde Mudarra falleció el pasado 29 de abril a sus 80 años.
Era natural de Alcalá la Real, y tras licenciarse en Filología Románica por la Universidad de Granada pasó a ejercer en el colegio Scala Coeli, luego Instituto Nacional de Bachillerato, como tantos otros recién licenciados que empezaban a ejercer en este centro; como era también el caso de Mari Carmen López, también profesora aquí, y siempre a su lado, con quien se casaría y formaría una encantadora familia, a la que se fueron uniendo sus hijas Belén, Raquel, Irene y Carmen, residiendo en un pisito de la calle Portugueses.
Obtuvo la cátedra de Lengua y Literatura Española, pasando a ejercer a continuación en el Instituto de Bachillerato de Vélez-Málaga. Llegó a ser Diplomado en Ciencias Bíblicas, ejerciendo también como profesor en la Escuela Bíblica de la Axarquía.
Fue autor de varios libros, como Las mujeres del Evangelio (Escuela Bíblica de la Axarquía, 2001) o Del soneto al Evangelio (Monte Carmelo, 2005), de numerosos poemarios y ensayos, así como de frecuentes colaboraciones en la prensa malagueña.
Quienes tuvimos la suerte de ser sus alumnos le recordamos con sus gafas oscuras, su Renault 8 blanco, su pelo negro peinado hacia atrás, y tras su gesto aparentemente adusto, escondiendo siempre una sonrisa, a veces aviesa, a veces sarcástica, a veces jocosa. Le recuerdo como docente comprometido con su profesión y sus alumnos, como un gran lector, y como melómano degustando la música clásica, mientras jugábamos una partida de ajedrez
Por esos años de dedicación a la juventud ruteña y de los alrededores, por la huella que dejó su laborioso y generoso quehacer, su memoria no quedará en el olvido, porque fue coherente consigo mismo, y por tanto su vida puede considerarse ejemplar. Llegó a decir: “Mi vida ha sido estudio, lectura y docencia, ejercida con dedicación y vocación”. Algo más que un bonito epitafio, todo un modelo para profesores y alumnos, de hoy y de mañana.

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