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Este jugo de aceituna se ha conseguido recolectando el fruto en su primer estadio de maduración, cuando el rendimiento es el óptimo
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Según el hijo del conde, Alfonso Gordón, el éxito está en la experiencia de generaciones y en haber podido contar con los mejores expertos y maquinaria
En pleno corazón de la Subbética, en una almazara centenaria de Rute, conocida como el “Molino Nuevo” se presentó el pasado sábado 20 de febrero el aceite Conde de Mirasol. Este aceite ha sido reconocido con la medalla de plata de los Premios Mezquita, en los que concursaron doscientos productores procedentes de toda la geografía nacional. Se trata de un proyecto de Alfonso Gordón, conde de Mirasol y su hijo, Alfonso, barón de Borriol. La quinta generación de la familia Gordón ha retomado el legado del conde de Mirasol para elaborar un aceite de oliva virgen extra recolectado de manera manual y molturado con la tecnología más puntera con los frutos de la primera maduración de cepas centenarias. Según Gordón, el secreto del éxito está en la experiencia de generaciones y en el haber podido contar con los mejores expertos en la materia y maquinaria. Este primer aceite conde de Mirasol se ha molturado y envasado en la almazara malagueña “La Torre”. En esta primera cosecha se ha embotellado dos mil litros, y se ha presentado en una botella color negro elaborada por una empresa italiana. Este aceite se ha comercializado en tienda gourmet y en Japón, donde ha tenido muy buena acogida.
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El acto de presentación contó, además de la presencia del conde y su familia, con las intervenciones del alcalde de Rute y presidente de la Diputación, Antonio Ruiz; la doctora en Farmacia y directora del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), Brígida Jiménez; la vicepresidenta del Patronato Provincial de Turismo de la Diputación de Córdoba, Carmen Gómez Navajas; el escritor y presidente de la Audiencia Provincial, Francisco de Paula Sánchez Zamorano; y el delegado provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, Francisco Alcalde. La directora del Ifapa explicó las propiedades organolépticas y nutricionales de un fruto como éste. Brígida Jiménez dijo que este jugo de aceituna se ha conseguido recolectando el fruto en su primer estadio de maduración, cuando el rendimiento es el óptimo. Además, para ello es necesario que se haya realizado una poda manual cuidadosa, vertiendo el fruto en cajas de pequeña capacidad para que no se dañe ni apelmace. Jiménez destacó el proceso de batido y molturación final, como elemento clave para obtener un jugo que conserve todos sus aromas.
A continuación, Alfonso Gordón dijo que es un proyecto “nuevo, ilusionante, vital y familiar”. Recordó que en la almazara Molino Nuevo se producía aceite a granel en 1805, y fue hace cinco años cuando él aparcó su carrera profesional para dar el salto a producir un aceite envasado de cepas centenarias de quince mil olivos. Se propuso obtener el mejor aceite hojiblanca del mundo, y éste ha sido el resultado. Por su parte, la vicepresidenta del Patronato Provincial de Turismo, Carmen Gómez, destacó la importancia de producir este tipo de productos de cara a la promoción del turismo gastronómico rural de calidad. En esa línea, Francisco Alcalde también se refirió a la apuesta por estos productos como parte de nuestro patrimonio industrial y cultural. De ahí que mostrase el compromiso de la Junta de Andalucía para que esta almazara pueda convertirse en un museo temático, como otros tantos que hay en la localidad.
Francisco de Paula Sánchez Zamorano, haciendo alarde de su condición de escritor, se centró en la parte más sentimental. Se aproximó al aceite como parte de su infancia, y de esos olores a alpechín y almazara que conserva su memoria olfativa. Sánchez Zamorano dijo que el aceite forma parte de la identidad de nuestro pueblo, de nuestra cultura mediterránea, de nuestra cultura grecolatina. El último en intervenir en el acto fue el alcalde y presidente de la diputación, Antonio Ruiz, quien se alegró de que se quiera recuperar la almazara como espacio histórico y cultural. Según Ruiz, este proyecto esconde una buena dosis de locura, de bendita locura, esconde una enorme cantidad de pasión. Sólo con ese amor y esa dedicación se consigue, no sólo un aceite de gourmet o de excelencia, sino un producto de calidad suprema. El acto concluyó con un cata dirigida por Brígida Jiménez, en la que degustó el los sabores y olores del aceite, y la bendición del aceite a cargo del párroco ruteño, Juan Carrasco. Además, todos los asistentes disfrutaron de la coctelería de Antonio Montes, que elaboró un zumo de manzana y melocotón con aceite y otro de los productos emblemáticos de Rute, el anís.