Manuel Caballero versifica la Semana Santa de Rute

  • El pregonero hilvana con versos y metáforas, y un fondo musical de marchas de la Banda Municipal, la vivencia de la Semana Mayor en nuestro pueblo


Dos años han esperado los octosílabos y las metáforas de Manuel Caballero para ser contados al pueblo de Rute. Han sido dos años desde que quiso ser pregonero de la Semana Santa, pospuestos por la pandemia. No quiso cambiar su idea original, pero no se olvidó de las víctimas que se han quedado en el camino y a ellas dedicó sus palabras. Sonaron el domingo 13 de marzo en la parroquia de San Francisco, con el fondo musical de las marchas procesionales de la Banda Municipal. De conducir el acto se encargó Juan Francisco Zurita, vicepresidente de la hermandad del Abuelito, encargada este año de ello y de la presentación del cartel oficial.

Tras la introducción del sacerdote Carmelo Santana, tomó la palabra María del Carmen Mangas, como presidenta de la cofradía del Abuelito y presentadora del pregonero. De él destacó “su categoría humana y cofrade”. Su vinculación a este ambiente se remonta a su niñez en el barrio de San Pedro. Después, le llevaría a ser presidente y pregonero de la Morenita, exaltador del Abuelito o la Soledad de Nuestra Señora, costalero o amante de las marchas procesionales. En todo, Mangas lo definió como “un trabajador inagotable que siempre va de frente”.

Llegado su turno, Manuel Caballero hizo un recorrido sentimental por el Rute que fue y que lo moldeó como persona y como cofrade. Además de una oración en verso, su pregón fue, de modo especial en la introducción y en el final, un emotivo canto a su pueblo. Por medio, aunque sin seguir un orden estrictamente cronológico, se detuvo en esos diez días que van del Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección, para poner de manifiesto cómo se vive en Rute la Pasión de la Semana Santa.

No fue, sin embargo, un simple repaso a las estaciones de penitencia. En cada una rememoró vivencias, olores, sensaciones y emociones a menudo intangibles, pero presentes en el inconsciente colectivo. Sus versos rimados, cargados de simbolismo, fueron acompañados por una selección meticulosa de marchas para nada dejadas al azar. Cada pieza, bien tocada al completo o en un fragmento por la banda, tenía su razón de ser. Valgan como ejemplos que para hablar del Nazareno eligiera “La Madrugá” o en el pasaje de la Vera Cruz en la tarde-noche del Domingo de Ramos sonara “Mi Amargura”. Más que marchas procesionales, son la banda sonora de sentimientos arraigados en la memoria colectiva.

Para el final se guardó la vuelta a casa, en un doble sentido. La última procesión que mencionó fue la del Jueves Santo en San Pedro, ese barrio donde creció en una familia humilde de cinco hermanos. Desde San Pedro reiteraría su amor a Rute y sus tradiciones al despedirse. Antes, no quiso pasar por alto el elogio a la Banda Municipal, que durante todo el rato lo acompañó, en un compás de notas, versos y pausas. Sin dejar de guiñar a “los Custodios”, Caballero homenajeó a una formación que tiene más de un siglo de historia convirtiendo las marchas en una oración musical. Por eso, tras recibir una placa de recuerdo de las cofradías de Pasión ruteñas, quiso regalar otra al actual director de la entrañable banda, Carlos Aguilera, con algunos de sus versos.

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