Manipulaciones electoralistas

Son tantos los problemas y desvaríos que la situación actual plantea que es difícil centrarse en una temática en concreto.
Pero si nos fijamos bien, todos los problemas del momento son una derivación de lo mismo: los intereses electoralistas de los partidos. Vivimos en una continua campaña electoral y esto tiene unas consecuencias nefastas para toda la sociedad.
Las decisiones que se toman, no han tenido en cuenta en ningún momento lo que pudiera ser mejor para la gente. Al contrario, se han creado falsas ilusiones y, como resultado de esto mismo, se ha generado una gran frustración.
Lo vimos en los políticos catalanes que, olvidándose de la realidad, convencieron a mucha gente de que la ilusión de la independencia era posible. Y muchos los creyeron, y centraron sus ilusiones, su rebeldía, en algo en lo que no creían ni los mismos políticos que lo pregonaban. Y creció esa idea con una fuerza que no había tenido nunca. Y salieron a la calle a pedir aquello que pensaban que era la única posibilidad de realización como pueblo y como personas. Mientras tanto, los políticos que hicieron surgir todo esto se vieron atrapados en su propia mentira. Pero ya no podían dar marcha atrás. Estaba en juego, no la independencia de Cataluña, ni el paraíso idílico del que habían hablado. Lo que estaba y está en juego para los políticos independentistas son los votos de todas esas personas que les creyeron. El partido que se eche atrás pierde el voto independentista y eso supone mucho perder. (Porque claro, entre los no independentistas no van a conseguir votos). Y mientras, en la calle, la gente lucha como si no hubiera un mañana, como si de eso dependieran sus vidas, su felicidad y “su libertad”. Pero no saben que son menos libres que nunca porque todo ha sido producto de una gran manipulación.
Si dejamos el tema catalán (¡cuándo lo podremos dejar!), nos encontramos a nivel nacional con un panorama parecido. Poco interés por el país y mucho interés electoralista. Ha sido sin duda ese interés el que ha llevado a Pedro Sánchez a rehuir un acuerdo progresista y evitar el peligro de unas nuevas elecciones en las que, tal como están las cosas, puede pasar de todo. Su estrategia política ha sido confiar en que sus resultados mejoren a costa, fundamentalmente, de Unidas Podemos. Hemos visto una operación de ataque y derribo con el único objetivo de obtener más votos y destruir al que tendría que haber sido su aliado en un gobierno como nunca hemos tenido en España. Un gobierno que supusiera, por primera vez, la irrupción de una línea de pensamiento diferente y claramente progresista. Pero no ha podido ser, los intereses eran claramente otros.
Ante toda esta manipulación, solo nos cabe esperar, confiados aunque muy recelosos, que las personas vean estos tejemanejes de los políticos que están gobernando y decidan libremente, sin manipulaciones. Y opten por lo que vean mejor, sin miedo al cambio, sin escuchar ese “no podría dormir por la noche si Unidas Podemos está en el gobierno” de Pedro Sánchez cuando era, según sus propias palabras, “el socio preferente”. (¿qué dirá de los otros posibles socios?).
IU ha mantenido en toda esta “feria de las vanidades” la única postura coherente y no electoralista. Se ha mostrado siempre dispuesta al pacto sin pedir otra cosa que políticas sociales. Sin pedir ministerios ni sillones. Pensando solo en el interés general. Probablemente nuestros resultados electorales no sean los mejores del mundo, pero…¡y lo tranquilo que se duerme por la noche!

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