La lluvia irrumpe en dos procesiones de la Semana Santa de Rute y recorta el recorrido de otras dos

Al menos, el cierre de la Semana Santa dejó buen  sabor de boca con un tiempo primaveral en la procesión de Jesús Resucitado

Al menos, el cierre de la Semana Santa dejó buen sabor de boca con un tiempo primaveral en la procesión de Jesús Resucitado

Abril es un mes de contrastes meteorológicos. En Rute, al menos, es clásico el término “abriladas” para referirse estos fenómenos. Tan pronto asoma el sol como unas pocas nubes se pueden juntar en forma de aguacero. Toda la Semana Santa se ha vivido con esa incertidumbre, con esas idas y venidas. Sólo cuatro de las nueve procesiones que desfilan en Rute han podido completar su recorrido con total normalidad. El resto, o bien se han quedado sin salir, o bien han visto su itinerario condicionado por la lluvia. Del primer grupo, únicamente la de Jesús Resucitado ha gozado de un tiempo típico de primavera. Han tenido la ventaja de que la borrasca que ha irrumpido justo en esta semana de Pasión ya se estuviera marchando.

Las otras que también han realizado su estación de penitencia sin sobresaltos han sido las dos del Domingo de Ramos (la nueva Borriquita, por la mañana, y Jesús Amarrado a la Columna y la Virgen de la Sangre por la noche) y la del Miércoles Santo, con las imágenes de Jesús de la Rosa y Nuestra Señora del Mayor Dolor. Las demás se han visto afectadas de un modo u otro por la citada borrasca. Recurriendo al tópico, todas las cofradías han estado con la vista puesta en el cielo. Atendiendo a la realidad de nuestros días, de donde no han quitado ojo ha sido de internet, para consultar las previsiones meteorológicas. En sentido literal, sólo se ha quedado una procesión sin salir, la del Cristo de la Misericordia, en la medianoche del Martes Santo. Pero otras tampoco van a guardar un recuerdo agradable de esta Semana Santa.

Quizás la hermandad con la que ha sido más cruel el destino es la de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y la Soledad de Nuestra Señora. Ni los cofrades más veteranos recuerdan que dos años seguidos haya sucedido exactamente lo mismo. Había nubes, sí, pero nada indicaba que el recorrido no se pudiera hacer. Con el Abuelito y la Virgen en la parte baja de la calle Lucena, aún se veía la puesta de sol cuando empezaron a caer las primeras gotas. El chaparrón obligó a colocar los plásticos al Abuelito y volver a toda prisa por la calle Herrero. En el caso de la Virgen, la vuelta a San Pedro se hizo, sin tiempo siquiera para girarla, por la calle Lucena. El presidente Juan Arrebola señaló que tal vez era “un aviso” de lo que podía venir. Y así fue. Durante la noche se repitieron los chubascos. Por tanto, la decisión de no salir más fue tan dolorosa como acertada.

El Viernes Santo, la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nuestra Señora de los Dolores y Santo Entierro tuvo que recortar sus dos trayectos. La procesión de la mañana no subió al cementerio y aceleró el recorrido de forma notoria. Por la noche, tras esperar media hora, decidieron “arriesgar”, en palabras de la presidenta María Córdoba. Eso sí, se “cortó” por la calle Bonilla y justo cuando se encerraba comenzó una nueva llovizna. Hacia la medianoche, el panorama parecía lo bastante despejado para que Nuestra Señora de la Soledad saliera sin problemas. Sin embargo, esta procesión tampoco se libró del aguacero. A la altura del Ayuntamiento, la tromba de agua obligó a sacar otra vez los plásticos y retornar corriendo hasta su ermita. Terminó, pues, una Semana Santa de sabor agridulce para los devotos. Las cofradías retomarán su labor en breve, seguro que con la ilusión común de que el año que viene haya más suerte.

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