La Fundación Juan de Dios Giménez conmemora un siglo y cuarto de presencia en Rute

  • Para ello, se ha celebrado una gala en la que se ha reconocido a los fundadores, a antiguas alumnas, a los trabajadores de la casa y a las administraciones que colaboran

La Fundación Juan de Dios Giménez ha celebrado más de un siglo y cuarto de presencia en Rute. Lo ha hecho con una gala de aniversario que tuvo lugar el pasado sábado 9 de marzo en el CEMAC Pintor Pedro Roldán. En ella, se rindió homenaje a los fundadores, a antiguas alumnas, a los trabajadores de la casa y a las administraciones y entidades que colaboran con la fundación. En concreto, en 1898, un ruteño, Bernabé Giménez Trujillo, creó una fundación y, con una casa de su propiedad, dio asilo a personas mayores y mujeres.

  • Según Pino, desde la fundación trabajan para que muchos niños y niñas puedan soñar y sonreír

Cuando fallece, en 1930, le sucede su hijo, Juan de Dios Giménez, quien amplía los fines sociales de la institución a la infancia. Sin embargo, serán los hijos y herederos quienes un 14 de septiembre de 1957 funden el Colegio Orfanato Juan de Dios Giménez. Uno de ellos, Mariano Giménez Roldán, fue el que instó a la construcción del edificio que ha llegado hasta nuestros días. Bajo el mandato de Mariano Giménez, el orfanato pasó a llamarse Fundación Juan de Dios Giménez y fue él quien impulsó, en 1965, la Escuela Hogar.

Mariano Giménez creó una escuela pionera en Andalucía. Surgió para atender las necesidades de las familias de los núcleos rurales dispersos, cuyos hijos e hijas no podían ir clase porque no había transporte escolar. Así lo recordó Zacarías Jiménez, uno de los presidentes más recientes de la fundación. Según dijo, el que ha sido considerado el gran benefactor de la escuela fue un visionario detectando esas necesidades de los hijos e hijas de las familias de los núcleos dispersos. Desde el principio, la Escuela estuvo bajo la tutela de la congregación de las Hermanas Mercedarias. De hecho, las religiosas, con Sor Rosa María a la cabeza, han sido las encargadas, hasta 2017, de velar por su funcionamiento.

Para una de las antiguas alumnas, María Borrego, monjas como la propia Sor Rosa María o Sor Carmen fueron como unas madres para ella. María Borrego llegó de El Higueral, una aldea de Iznájar. Según comentó de su estancia en esta residencia, las primeras noches de llantos pronto se trasformaron en alegría, complicidad y amistad.  En la actualidad, es fiscal de la Audiencia Nacional de Málaga, en la especialidad de menores. Para Borrego, una infancia feliz es importante para el desarrollo futuro de las personas y asegura que ella creció feliz en la Escuela Hogar.

Otra de las homenajeadas, a título póstumo, fue la propia Sor Rosa María. Su sobrina, Estrella Palomino, recogió el galardón, resaltando “el amor y los valores” de su tía, y asegurando que se fue dejando parte de su corazón en Rute. Por su parte, Juan Francisco González, quien además es el secretario del patronato de la fundación, fue el encargado de recoger el reconocimiento que recibieron los trabajadores de la casa. Él también destacó la labor de las Hermanas Mercedarias y la educación en valores, respeto, honestidad y sentido de la justicia que siempre ha impregnado dicha casa. Según dijo, pasan los años, pero permanece intacto el compromiso, y la labor de servicio a la comunidad sigue viva, siendo fieles al legado de sus fundadores.

Respecto al actual presidente de la fundación, José Antonio Pino, dijo que fue un compañero más. Ahora le agradece, en nombre de todos sus compañeras y compañeros, que en tiempos difíciles haya dado un paso adelante para ponerse al frente de la fundación. Pino fue el último en intervenir. Mostró su agradecimiento a todos los que han hecho posible este gran proyecto en Rute. Así, mencionó a benefactores, trabajadores, administraciones públicas como la Junta, la Diputación o el Ayuntamiento, la obra social de “La Caixa”, otras fundaciones del municipio, como Pino Morales y un largo etcétera de empresas de Rute y asociaciones locales que siempre han apoyado la causa.

El presidente dio las gracias a los claustros y juntas directivas del IES Nuevo Scala, así como de los distintos colegios de Educación Infantil y Primaria, por la atención que les prestan y la acogida de los niños y niñas de la Escuela Hogar. En especial se refirió al BBVA, que en momentos complicados los apoyó para que después de más de un siglo el proyecto fuese viable y pudiera continuar. Tras una larga lista de agradecimientos, José Antonio Pino habló de “la grandeza de la sonrisa de un niño”, de esa etapa infantil de fragilidad y del sueño que supone para cualquiera pensar qué será de mayor. Según dijo, es para que los niños y niñas puedan soñar y para que puedan sonreír, para lo que trabaja esta fundación y su mayor baluarte, la Escuela Hogar.

Durante la ceremonia también fueron reconocidas las distintas administraciones o entidades que han colaborado, entre ellas la propia delegación territorial de Educación y Formación Profesional. Un técnico de la delegación, Jesús Rodríguez Solís, felicitó a los miembros de la fundación por su trabajo, destacando el cariño y la oportunidad de tener un verdadero hogar que brindan a tantos y niños y niñas de nuestra comarca.

En nombre del Ayuntamiento de Rute, el teniente de alcalde, Rafael García, dijo que él mismo ha podido comprobar cómo muchos niños y niñas se han desarrollado profesionalmente. Ante todo, dijo que los que han pasado por esta la escuela no podrán olvidar que les han hecho sentir que tenían un hogar, una casa y, sobre todo, la oportunidad de aspirar a una vida mejor.

El acto fue conducido por Clara Ramírez Baum. Estuvo amenizado con las interpretaciones musicales de la soprano Rosa Pino y el pianista José Pulido. También hubo una coreografía puesta en escena por Laura Vadillo y Lucía Cobos, dos alumnas de la Escuela de Baile de Sebastián Leal.

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