La “abuela” de Córdoba es de Rute

  • El pasado 12 de octubre Carmen Cárdenas Molina cumplió 110 años, lo que la convierte en la persona más longeva no sólo del pueblo sino de toda la provincia

Junto a su familia, Carmen recibió en su cumpleaños el homenaje del equipo de Gobierno municipal

Para Carmen Cárdenas Molina, el pasado 12 de octubre no fue sólo el día de la Fiesta Nacional. A título individual, en esa fecha celebra su cumpleaños. Podría pasar por una de tantas personas que nació en el mismo día de esta jornada festiva. Podría, si no fuera porque acaba de alcanzar los 110 años, lo que la convierte no sólo en “la abuela de Rute”, sino en la persona más longeva de Córdoba y quién sabe si de toda Andalucía. Coincidiendo con una fecha tan redonda, éste ni siquiera fue un cumpleaños más. Carmen recibió el cariño de su familia y gente cercana, pero también el del equipo de Gobierno municipal.

  • Carmen es una superviviente porque pertenece a una generación que primero trabajó para ayudar a sus padres y luego para sacar adelante a sus hijos

Todo apunta a que el suyo no va a ser un caso aislado. Según ha confirmado el propio alcalde David Ruiz, la idea es tener un detalle a modo de homenaje con todas las personas centenarias de Rute conforme vayan cumpliendo años. Así, a la casa de Carmen acudieron él mismo y los concejales Manuel Luque y Dolores Ortega. Allí, junto a la tarta que certificaba sus 110 otoños y después de soplar juntos las velas, le entregaron un diploma en nombre del Ayuntamiento firmado por la concejala del Mayor, Ana Barea. Pese a su avanzada edad, la homenajeada, consciente de todo cuanto ocurre a su alrededor, se mostró emocionada por este detalle.

Hija de Carmen Molina y Gabriel Cárdenas, Carmen nació en la aldea de Zambra en 1913. Se instalaría en el casco urbano de Rute cuando se casó con Anselmo Caballero, fallecido hace 36 años. Con él tuvo tres hijos que aún viven: dos varones mellizos, Juan José y Gabriel, y una hija, Carmen. Le han dado cuatro nietos y dos nietas, que a su vez le han permitido conocer a tres bisnietos. Es la única que queda de un total de ocho hermanos. Cinco eran varones: Frasquito, Antonio, Rafael, Manuel y Gabriel. Y aparte de ella, había dos otras dos mujeres: Ana y Dolores.

Desde que se mudó al casco urbano ha residido en el número 165 de la calle Priego. Y allí sigue a día de hoy, bajo la supervisión de su hija, Carmen Caballero, y un cuidador que, junto al resto de la familia, se encargan de que no le falte de nada. Carmen Caballero y su hijo, José María Romero, han ejercido en estos días de improvisados portavoces de la familia, ante la oleada de curiosidad y empatía que ha despertado el hecho de saber que en Rute vive una persona de más de un siglo. Según relata José María, su abuela ha asistido al episodio con una mezcla de emoción, felicidad y agradecimiento.

En realidad, Carmen es una superviviente porque así lo ha sido por naturaleza toda su generación. Ha vivido tanto que la actual celebración de su cumpleaños en el día la Fiesta Nacional le debe sonar rara, porque a buen seguro es de las que llamaban al 12 de octubre la “Fiesta de la Raza”. Como tantos coetáneos, primero trabajó para ayudar a sus padres y luego para sacar adelante a sus hijos. Sobrevivió a la Guerra Civil y a una posguerra marcada por la hambruna y la escasez de las cosas más básicas, compaginando las faenas del campo y la casa. Pese a las muchas necesidades, nunca se marchó de Rute. Cuando parecía que lo habría visto todo, también se sobrepuso a una pandemia y hoy cuenta con la protección de todas las vacunas pertinentes.

Es una medida preventiva, ya que, según asegura su nieto, su estado de salud es bastante bueno. No tiene dolencias y apenas si toma medicación; si acaso, un protector de estómago o algún analgésico. También mentalmente se encuentra en forma. Tiene buena memoria y es consciente de lo que se le dice. Con ese estado, su día a día es lógicamente de tranquilidad. Por la mañana, después de desayunar, se echa un rato. En cambio, cuando se levanta a mediodía para almorzar permanece sentada en el salón hasta que llega la hora de acostarse por la noche. Es lo que toca a estas alturas de su vida. Carmen ya ha trabajado todo lo que tenía que trabajar y se ha ganado a pulso ese descanso, rodeada de quienes más la quieren. Sólo cabe desearle, como no podría ser de otra forma, que cumpla muchos más.

Deja un comentario