El juicio por el asesinato de Juan Puerto llega al final con contradicciones entre los dos acusados

   Los dos principales imputados durante una de las vistas

Los dos principales imputados durante una de las vistas

Durante estos días, un tribunal popular juzga en la sección tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba a un marroquí y un argelino acusados de la muerte en Rute de Juan Puerto Campillos, a quien robaron 65 euros y cuyo cadáver fue encontrado dos días después de fallecer en los alrededores de la antigua discoteca Azahar. En la primera sesión del pasado lunes, el principal acusado, Aziz Kourtil, declaró que no conocía al fallecido, a la vez que negó reconocer unos anillos unidos por una moneda de 25 pesetas, propiedad de la víctima, que fueron encontrados en la vivienda de este magrebí. Sin embargo, sí admitió que la noche de la muerte de Puerto, él y el otro inculpado, Djemel Boubia, estuvieron bebiendo cervezas en varios bares del pueblo y en uno de ellos coincidieron con el fallecido. Según declaró Aziz, entre las 2 y las 3 de la madrugada decidieron regresar a sus casas, pero se perdieron por el camino. Para atajar calles decidió saltar una tapia, y la caída le produjo una serie de heridas que fueron cuestionadas por el fiscal porque una de ellas fue en el cuello. El procesado dijo que se cayó de lado y que su amigo le llevó a su casa. A la mañana siguiente fue atendido en el centro de salud, que lo derivó al hospital de Cabra.

Esta versión contrasta con las declaraciones efectuadas el martes por el argelino Djemel Boubia, quien relató que estuvo tomando cervezas en la madrugada del 14 de marzo en varios bares de Rute con el otro inculpado, el marroquí Aziz Kourtil, pero desmintió que éste se hubiera caído de un muro, cuando iban juntos, al intentar buscar un atajo.

Boubia dijo que después de salir del bar, donde discutieron porque el otro no quería invitarle, se fue solo a su casa y al rato vio venir por una calle al marroquí ensangrentado y decidió llevárselo a su domicilio, donde se encontró un anillo unido por una moneda de 25 pesetas propiedad de la víctima y una camiseta con sangre de Juan Puerto. Negó saber la procedencia de estos artículos y que conociera al fallecido, añadiendo que al preguntarle a Aziz lo que le había pasado le dijo que no se acordaba porque había bebido mucho. También el martes compareció el propietario del último bar en el que estuvieron los dos encausados y donde se vio por última vez al fallecido. Este testigo aseguró que la víctima había proferido palabras ofensivas en voz alta contra los procesados, si bien no pudo asegurar que éstos lo escucharan.

Las últimas incógnitas se sumaron el miércoles, con la comparecencia como testigo de Francisco Caballero. Lejos de ratificar o desmentir alguna de las versiones según las cuales el fallecido había exclamado expresiones xenófobas contra los acusados, Caballero señaló que Juan Puerto “no tenía ningún problema con los marroquíes ni con nadie”. El testigo, de 69 años, era uno de los pocos amigos de la víctima, que estaba a punto de cumplir los 37. Además, Caballero identificó el anillo que se intervino en el registro del domicilio de uno de los acusados. Pero por encima de todo aportó un nuevo dato hasta ahora no escuchado en la sala: Juan Puerto era el principal testigo en el juicio que se celebró en septiembre del año pasado contra un marroquí acusado de violar al propio Francisco Caballero. Pero Juan fue brutalmente golpeado hasta morir seis meses antes del juicio. La detención de aquel inmigrante, que finalmente fue condenado a una pena de siete años por un delito de agresión sexual, se produjo en noviembre de 2004, y la muerte del testigo meses antes del juicio, que se celebró el pasado septiembre. También el miércoles declararon dos guardias civiles que participaron en la inspección ocular del lugar donde dijo Kourtil que se cayó. Esta diligencia se hizo entre ocho y nueve días después de la muerte de Puerto, y no se encontró rastro de sangre.

Con los testimonios aportados, el ministerio público solicita que se le imponga a cada acusado una pena de 14 años de cárcel por homicidio, mientras que las defensas piden la absolución ante la falta de pruebas y de móvil.

Deja un comentario