El sueño de Rute con mayo

  • Durante un año los devotos de la Morenita viven a la espera de que sean realidad las Fiestas de la Virgen de la Cabeza, que viven su día grande en el segundo domingo de este mes

Con la bajada de la Morenita, la gente siente que el sueño de un año esperando se hace realidad

Galería FIESTAS DE MAYO VIRGEN DE LA CABEZA 2024

“El mundo se divide en dos partes: Rute y Andújar. Y el año tiene dos meses: mayo y abril”. Así de rotunda se expresaba Mari Carmen Mangas, una de las pregoneras en 2024 de la Morenita. Así sintetizaba el sentimiento de quienes viven soñando con las fiestas en honor a la Virgen de la Cabeza todo un año. “Rute sueña con mayo”, repiten como un mantra que se ha hecho, más que una tendencia en redes sociales, una filosofía de vida. Ese sueño comienza cada 1 de junio y se prolonga hasta las postrimerías de abril, cuando en el Cerro del Cabezo va cobrando visos de realidad y empiezan a materializarse los anhelos de casi once meses.

Cuando abril agoniza Rute renace y sueña con recibir a los Hermanos de Andújar para dar el pistoletazo de salida a estas Fiestas de Interés Turístico Andaluz. Es el sueño de siglos de camino y Molina, muchos sueños en uno solo. En él confluyen anhelos y aspiraciones de quienes necesitan de una tabla de salvación espiritual para seguir adelante. Y la encuentran en la fe y la devoción por una Virgen de tez blanca, original y distinta de casi todas las filiales y la titular del Cabezo, pero a la que siguen llamando “Morena de luz de luna”, porque en el inconsciente colectivo cabe la contradicción, todo aquello que la lógica y la razón no alcanzan a explicar.

Es también el sueño de los hermanos mayores tras un cuarto de siglo peregrinando en carreta por la senda que conduce a Sierra Morena, por ese metafórico “camino de plata” que regaron de versos en su pregón. Y en ese mismo día, es el sueño de unas niñas y unas jóvenes que viven su particular cuento de hadas como damas de honor y reinas de estas fiestas. Es el sueño infantil donde el tiempo se detiene en la mañana del segundo sábado, con el acto de la Asociación Cultural “Morenita, Reina de Rute” para a su vez ayudar a través de Cáritas a quienes, por no tener, no tienen ni recursos para soñar. Antes de que acabe el día, la alegoría onírica toma forma de riada humana de la ofrenda de flores, el triunfo de la primavera y el fervor, concentrado en un ramo.

Y de fase REM a fase REM del alma y la memoria, el sueño al fin se hace realidad en el segundo domingo de mayo. No hace falta abrir los ojos para notarlo: la piel erizada lo confirma. A las ocho en punto de la mañana suena por primera vez “Morenita y pequeñita”, el despertador con el que la Banda Municipal acelera los corazones. Se hace realidad en la sobrecogedora bajada del altar, cuando, según cuentan quienes allí han estado, la Morenita desciende del plano celestial al terrenal para estar con su gente, para salir por el Barrio Alto en una romería urbana singular en toda Andalucía.

Y en esa realidad convive otro sueño que va más allá del lenguaje, porque no hay diccionario donde quepan todas las definiciones de palabras como “Cortijuelos” o “caleros”, en cuyo enunciado están descritos casi cinco siglos de historia y devoción. Es el sueño de quienes ya no están, pero enseñaron a las nuevas generaciones “a quererla”, como reza uno de los “¡Vivas!” que se repiten desde la vuelta de Andújar. Y cuando la Virgen sale se juntan esos dos sueños, más bien el mismo multiplicado: el de los que fueron y el de los que son, y justo por eso no se olvidan de aquellos.

Es el sueño donde se reza cantando, donde se canta rezando al compás de los coros romeros, sin que las palabras sean siquiera imprescindibles, porque se quedan cortas para poner voz a tantos sentimientos comunes, cuando se dice todo sin abrir la boca. Basta el abrazo silencioso ante el trono de dos primos cuyos padres también estuvieron bajo los mismos varales y cuya ausencia duele más si cabe en este día de centenario del manto verde que luce la Morenita, con sus flecos acariciando sus cabezas. Es ese varal de corazón dividido que comparte un padre con el hijo al que dio la vida, pero aún roto por la reciente pérdida de quien se la dio a él. Las tres generaciones han mamado idéntico sentimiento que seguirá alimentando a las que vengan.

Pese a las sensaciones contrapuestas, con la sobremesa termina la parte más festiva que representa esta romería urbana. Porque la Virgen de la Cabeza es en esencia mañanera… y festivalera, como el barrio donde mora. Avanza la siesta y la tarde se viste de solemnidad para la noche. Como si de una fantasía se tratara, en esas horas da tiempo a vestir de nuevo a la Virgen, para llevarla al Barrio Bajo, para que recorra Rute y en su nombre la Corporación entregue un ramo a la cofradía, para que la Asociación Morenita llene el Paseo Francisco Salto de luz, música y fuegos artificiales.

Cambia la procesión y con ella cambia todo: volantes y faralaes por mantillas, vestidos negros y trajes de gala, caireles y ala ancha por chaqueta y corbata, sin estridencias, como se pasa la página de un capítulo a otro de un único libro. En el mundo de la imaginación, lo señorial y el gozo de la vida pueden bailar idéntico son, el del “Himno grande”, el de “Morenita y pequeñita”, el de todos los cantos que se entonan desde la subida del Cerro hasta llegar a San Francisco.

Tras la traca final se hace el silencio, el de un pueblo que se adormece con la nana de los ecos de una jornada inolvidable. Es un pueblo que sueña con que la Morenita haga cumplir sus deseos. Tal vez el verdadero milagro sea nada más, y nada menos: que el sueño con la “Esperanza Barribalteña” se hace realidad cada segundo domingo de este mes. Si es así, hay un año por delante para que Rute siga soñando con mayo.

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