El domador del cuarzo: Diego Piedra exhibe en Rute su colección de esculturas talladas en minerales

Diego Piedra junto a la impresionante colección que tiene en la cochera de su casa

Diego Piedra junto a la impresionante colección que tiene en la cochera de su casa

El entusiasmo de Diego Piedra por las rocas y los minerales le surgió de un modo profesional. Antes de especializarse en el trabajo que le ha ocupado más años, encargado de obra, estuvo un tiempo dedicado a la mampostería. Ahí descubrió que algunas piedras podían obedecer a la imaginación humana y ser sometidas a los moldes más insospechados. Su empleo en la construcción no le permitía disponer de las horas y sobre todo la paciencia necesarias para desarrollar su habilidad con las rocas, pero el gusanillo ya se le había incubado dentro.

Era la época en que había tenido que emigrar de Rute en busca de una vida mejor. Ahora, ya jubilado, ha vuelto a su pueblo natal. Gozando del tiempo libre del que antes carecía, hace unos años comenzó a dar rienda suelta a esa afición aletargada: “No soy hombre de bares ni de estar todo el día en la calle, así que es la mejor manera de ocupar mi tiempo con algo que me gusta”, se justifica, como disculpándose por entregar tantas horas a ese placer que a él y a su mujer, su principal animadora, tiene cautivados.

Aun así, su vida profesional, con cierto matiz de “trotamundos”, por tener que estar destinado en lugares muy diversos, ha dejado también un sedimento, una huella a la hora de decidir qué forma le da a la pieza que talla. Cada roca que esculpe “tiene un significado”, al menos para él, siempre personal. Hay un trocito de su experiencia que cobra vida a golpe de cincel y punzón. La figura final está “basada en un hecho”. Diego hace realidad el dicho de que cada piedra encierra algo en su interior, y lo que él hace es “sacarlo a la luz”.

Para ello, reconoce que es necesario “un poquito de imaginación, porque hay piedras que no se dejan”. En algunos casos, apenas si puede pulir la roca en cuestión, incluso contando con buenos instrumentos, “pero hay algunas tan duras como el granito”. A veces ni siquiera un pequeño radial de diamante que tiene, “del tamaño de una moneda de 20 céntimos”, le ha permitido realizar el corte deseado.

La mayoría de sus creaciones están talladas en mineral, principalmente cuarzo. Sin embargo, no descarta otros materiales como la madera, siempre reciclada “de lo que tira la gente”. A pesar de que el término de Rute es abundante en cuarzo, rara vez le es útil “porque salta mucho”. Sí ha encontrado cosas interesantes en la zona de Rute Viejo, rocas con unas vetas llenas de colorido. Su colección abarca incluso fósiles, aunque tampoco los ha encontrado en el término de Rute, “y eso que dicen que hay muchos por la zona de La Hoz”.

Nunca se ha parado a contar las piezas que tiene, pero calcula que pueden ser “unas mil quinientas”. En cuanto a las horas de trabajo que pueden sumar, “ni se sabe”, hasta el punto de que a veces se encierra en su estudio y se le pasa el tiempo “volando”. Por eso, su colección se puede ver en la galería que ha montado en la cochera de su casa, en una de las nuevas urbanizaciones del PPR-1 de Rute. Pero no hay nada en venta, y prefiere incluso llegado el caso regalar una pieza a algún amigo o algún compromiso, “porque esto no tiene precio”.

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