Dos pasacalles multitudinarios coronan el Carnaval de Rute como la manifestación popular más participativa

Tanto el pasacalles dedicado a los 80 como el del Domingo de Piñata han confirmado el ingenio y la imaginación para los disfraces

Tanto el pasacalles dedicado a los 80 como el del Domingo de Piñata han confirmado el ingenio y la imaginación para los disfraces

Según el dicho popular, “sarna con gusto no pica”. El Carnaval de 2014 ya es historia. Atrás queda una semana de desenfreno, ingenio e imaginación en los disfraces. Pero es difícil que a alguien le quede un punto de tristeza por este final, cuando el colofón lo ponen eventos tan multitudinarios como los del segundo fin de semana. Han sido la prueba más clara de que estamos ante una de las manifestaciones populares más participativas de Rute. De hecho, fuera de los acompañamientos procesionales, cualquier iniciativa donde aparezca la palabra Carnaval gana por goleada. Por si alguien lo dudaba tras el certamen de agrupaciones y el entierro de la sardina, se ha confirmado en los dos pasacalles del cierre. El del sábado homenajeaba este año a la intensa década de los ochenta. También la organización tuvo un detalle par la niña Elena García Ureña, cediendo a su familia la barra del Paseo del Llano.

La variedad de los disfraces, tanto los que se podían ver de forma individual como sobre todo los muchos grupos de amigos con una temática común, puso de relieve lo que dio de sí esta década trascendental en nuestro país. La España y el Rute de entonces se pudieron ver durante un rato por nuestras calles, de lo general a lo particular. En el panorama nacional, estaban recreadas la eclosión del heavy metal y el movimiento punk o las pioneras sesiones de gimnasia de Eva Nasarre en Televisión Española. También estuvo el legendario Naranjito, la mascota del Mundial España 82, que contó con admiradores y detractores casi a partes iguales. ¿Y quién no recuerda aquellas pegatinas de “Nucleares no, gracias”?

En el terreno doméstico, quienes ya tienen cierta edad darían un buen repaso a la nostalgia, con imágenes que han quedado para siempre en la retina: la de la antigua carpa de la música en el Parque Nuestra Señora del Carmen, donde ahora está el teatro al aire libre Alcalde Pedro Flores; o la de la discoteca Azahar y los sellos en la mano que permitían volver a entrar a quien ya hubiera pagado la entrada. También hubo un recuerdo para el carnaval de murgas, en concreto, de nuevo para la de Benítez, con algunos de los tipos que lució en los ochenta la agrupación decana del carnaval de Rute, como Los Viciosos, o Las guiris del María Luisa. Este pasacalles partió del Paseo del Llano, y curiosamente, concluyó en la explanada de la discoteca Azahar con un concierto a cargo de componentes de Medina Azahara y El hombre gancho.

Tampoco faltó el colorido y la creatividad en el pasacalles municipal del Domingo de Piñata. Desde mediodía se habían “calentado motores” en el Paseo Francisco Salto, con el concurso de disfraces infantil (aplazado el domingo anterior por la lluvia). La jornada concluiría con el otro, el de adultos. Allí mismo, la asociación Cuenta Conmigo organizó por tercer año consecutivo la “merienda carnavalera”. Fue una forma dulce de abrir boca antes de que partiera la comitiva a las cinco de la tarde. Para animarlo, se contó con una batucada granadina, además de las charangas locales de Los Piononos y El Aguardiente. El pasacalles fue de nuevo una explosión multicolor y una ocasión para olvidarse durante un rato de los problemas cotidianos a través del ingenio y el buen humor.

Ya no es noticia que las vías más largas de Rute se colapsen con esta riada multicolor. De hecho, cuando “Los Piononos” entonaron los primeros acordes del “Carnaval, te quiero” no había tanta gente como se sumó después. Conforme el cortejo subía por la calle Del Pilar, llegaba al Paseo del Fresno y bajaba por la calle del mismo nombre y El Cerro hasta llegar de nuevo a Francisco Salto, no dejaban de incorporarse nuevos retazos de la realidad. Porque justo eso este pasacalles, y justo eso es el Carnaval, en definitiva. Siempre hay grupos de disfraces “históricos”: familias sacadas de los Picapiedra, cortesanos parisinos, bufones de esa corte o corsarios. Incluso la variedad de disfraces da cabida a la variedad de carnavales que encierra el Carnaval en sí: desde la vertiente “murguera”, con la presencia de las agrupaciones locales, hasta un guiño a Tenerife, con elección de reina (ruteña, por supuesto) incluida. Pero, aparte de tanta infinidad de detalles, la vista se deja ir hacia todo lo que constituye la “crónica cómica” de nuestro tiempo. Ver estos pasacalles es como leer un anuario redactado en clave de tebeo: la presencia de las redes sociales en nuestras vidas, la moda de los concursos de cocina en televisión, la corrupción política y monárquica, y hasta los niños de San Ildefonso cantando la Lotería de Navidad (los famosos del anuncio más bien dieron el cante, a juzgar por la parodia). Todo un año de eventos, noticias y curiosidades sometido a la lupa deforme del Carnaval.

También la actualidad de Rute ha pasado por nuestro callejón del gato particular: desde unos excursionistas en globo tratando de orientarse con los planos turísticos del pueblo a la pujanza del tenis de mesa, con la “clonación” de Lydia Arcos. No es un episodio aislado: el auge de las distintas ofertas para hacer ejercicio físico y mantenerse en forma también han tenido su reflejo. ¿Fiel? Ya lo decía Picasso: “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso”. En fin, recurriendo a otra frase lapidaria del genio malagueño, “el arte es la mentira que nos ayuda a ver la verdad”. Si es así, en Rute hay mucho arte, y el Carnaval es una forma de endulzarnos la realidad que tenemos que afrontar cada día. Por eso, quien más y quien menos todos están deseando ya que llegue febrero de 2015.

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