Dos itinerarios extraordinarios permiten ver a la Virgen de la Cabeza por rincones inéditos de Rute

Al llegar a la ermita de Nuestra Señora del Carmen se vivió un más que simbólico acto de hermandad

Al llegar a la ermita de Nuestra Señora del Carmen se vivió un más que simbólico acto de hermandad

Pocas estampas van a permanecer tanto en el recuerdo del 25 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de la Cabeza como las del 21 y el 28 de mayo. Tal vez no hayan sido los actos más solemnes, pero la ocasión sí ha sido única. Ver a la Morenita por sitios de Rute por donde no pasa habitualmente ha desatado la emoción de sus vecinos. Se les ha visto como a niños pequeños afanándose en poner las calles de punta en blanco de cara a ese paso excepcional de la imagen. Para ello, se optó por quitar el palio del trono, para acceder a espacios estrechos como las “Callejuelas”. También la Morenita recorrió en el primer itinerario los callejones y visitó la ermita de la Vera Cruz en su camino a Santa Catalina. Allí ha permanecido una semana con motivo del triduo extraordinario que se le ha oficiado.

Tras el triduo, el último sábado de mayo tenía lugar la vuelta a su parroquia. De nuevo calles como Toledo, Roldán, el callejón de los Pampanas o la cuesta del Calvario fueron testigos de un momento irrepetible. También la Virgen de la Cabeza pasó con luz del día por el Paseo Francisco Salto y rindió visita a la ermita de San Pedro. Dentro de ese carácter excepcional que marcó todo el trayecto, hubo dos momentos especialmente significativos. El primero fue justo a la salida, cuando la Virgen asomó a la calle Portugueses. Allí esperaban los ancianos de la residencia Juan Crisóstomo Mangas, que pudieron ver a sólo unos metros y a la altura del suelo a su Morenita.

Poco después, se registró un acontecimiento cargado de simbolismo. Si en todo el recorrido había gente, la multitud copaba las inmediaciones de la ermita de Nuestra Señora del Carmen. Los hermanos de la aurora de la patrona recibieron a la Morenita con cantos que aunaban letras dedicadas a ambas imágenes. Los cantos fueron la antesala de un acto de hermandad entre ambas cofradías. La archicofradía del Carmen entregó una placa conmemorativa y un escapulario de oro que ya luce en el pecho de la Virgen de la Cabeza.

Faltaba el colofón: las dos Vírgenes, la de la Cabeza y la del Carmen cara a cara, pero no enfrentadas, sino como la unión de dos advocaciones bajo una sola devoción. Con el espacio justo para el trono, la Morenita penetró en el templo de la patrona. Tras unas palabras del sacerdote David Ruiz, los respectivos presidentes, Manuel Caballero y Julián Repullo sellaron con un abrazo una confraternidad que se impone al deseo lógico de que cada cofradía intente ensalzar al máximo sus fiestas.

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