Estimado lector, el año avanza, para esta ocasión vamos a tratar un tema de relativa actualidad, es sobre la desinformación histórica y el papel que juegan las redes sociales. Este tema viene a colación de los últimos post que se han venido realizando en plataformas como Facebook que hacen un daño severo en la disciplina histórica y en la interpretación del pasado de nuestra localidad.
Los llamados “eruditos”, vienen generando una importante fisura en el discurso histórico de la localidad, desde hace ya años. Como ejemplo, podemos citar el caso concreto de una inscripción ficticia, que supuestamente se encontró en la Torre del Canuto y que marcó durante varios siglos la procedencia de la estructura. Estos eruditos se caracterizan por generar un discurso pseudo-histórico basándose únicamente en la erudición, dejando a un lado el método científico que caracteriza a la disciplina, por lo tanto, el texto que generan se debe descartar; sin embargo, en muchas ocasiones es difícil de diferenciar esta rumorología para las personas de a píe, de ahí el daño que generan. Sobre el siglo XXI se ha dicho que es el siglo de la desinformación, es realmente sencillo realizar una inventiva y darle curso mediante medios poco fiables y de rápida difusión, como son las redes sociales. Como ya mencioné en la última entrevista que tuve la suerte de realizar en Radio-Rute, la auténtica historia se encuentra en los libros, en los libros científicos; en esta tipología no todos entran.
La incultura es muy atrevida, siempre he encontrado esta frase como reveladora, pero para este caso representa aún más. Es curioso como estos “post” de información histórica relativamente reciente, se encuentran realizados por personas con poca formación, que dudo mucho sepan cómo funciona la ciencia. Es muy fácil decir “así es la historia!” cuando ni siquiera se comprenden las dimensiones reales de la ciencia. Recalco que en estos post se hacen alusiones partidistas, abandonando la visión extra-política que tiene que mantener un historiador. Ahondando en la cuestión podemos mencionar el daño que hace a la profesión, que hable de historia una persona que no ha cursado ningún tipo de formación en la materia, entrando en el terreno del intrusismo laboral. Está bien que existan debates, que se expresen inquietudes, pero creo que estos eruditos irrecuperables, deben dejar la auténtica historia a los especialistas en la materia; pueden hacer mucho daño.
Por esta razón, tienen aquí mi “traca final” una reflexión en torno a porqué nuestra historia debe ser cuidada y protegida tanto por los historiadores, como por los auténticos lectores interesados. Hay que saber diferenciar y créanme que poco a poco conseguiremos abandonar los prejuicios interesados, generados por una clase que se dedica a generar la historia que a ellos mismos interesa. Nuestra historia es un bien precioso que debemos mantener y fomentar para que mantenga un buen estado de salud.
¡DESTACAMOS!