El Corpus se adelanta al último domingo de mayo por la temprana celebración de la Semana Santa

  • Cerca de ochenta niños y niñas de Rute y las aldeas desfilaron ante la procesión de la Custodia

  • Como es habitual, el cortejo contó con el acompañamiento de la Banda Municipal y la presencia de los representantes públicos

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Durante el corto recorrido de la procesión del Corpus Christi llovieron varias petaladas desde los balcones

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La fecha tan baja de la Semana Santa de este año ha condicionado otros cultos subordinados en el calendario a su celebración. Ha sido el caso del Día del Corpus Christi, que, por primera vez en mucho tiempo, ha caído en mayo. En Rute la procesión de la Custodia tenía lugar en el último domingo del mes. Antes, como novedad, en los tres días previos se había oficiado un triduo en Santa Catalina. Para ello, se contó con la participación de la comisión organizadora, así como con los grupos jóvenes y los grupos parroquiales de Rute. Asimismo, en la víspera, el sábado 28, tuvo lugar la ofrenda floral. En este sentido, tanto la comisión como el sacerdote Juan Carrasco, párroco de Santa Catalina, han agradecido al pueblo de Rute la “masiva, abundante y generosa” colaboración en dicha ofrenda. Precisamente, esas flores sirvieron para adornar el trono en la procesión del domingo. Como de costumbre, dicha procesión contó con la presencia de los niños y niñas que han recibido la primera comunión en 2016.

Como es habitual, los niños y niñas de comunión formaron parte del cortejo procesional
Como es habitual, los niños y niñas de comunión formaron parte del cortejo procesional
  • Como novedad, en los tres días previos a la procesión se ha oficiado un triduo en Santa Catalina
  • Las cofradías del consejo parroquial de San Francisco reservaron sus altares para la Octava del Corpus

La cifra ha estado en la media de los últimos años, sumando el casco urbano y las aldeas, cerca de ochenta. El cambio ha sido que esta vez el número ha sido superior en la parroquia de San Francisco de Asís, según apuntaron en el grupo de catequistas de Adoración Nocturna. Los menores se encargaban de abrir un cortejo que, como siempre, cerraba la Banda Municipal. Por medio, acompañaban miembros de las hermandades y cofradías ruteñas, además de los representantes políticos y del clero. Durante un par de horas, el cortejo desfiló por las calles céntricas de Rute, especialmente coloridas para la ocasión.

Ese ambiente festivo no sólo venía de los pequeños sino de los altares que había distribuidos a lo largo del itinerario. Aunque las cofradías pertenecientes al consejo parroquial de San Francisco de Asís reservan los suyos para la celebración de la Octava del Corpus, en este día había seis. El primero, aunque a la postre fuera el último en ser ofrendado, era el de la cofradía de la Vera Cruz, confeccionado por su grupo joven, que también se había encargado de la petalada. Estaba frente a la fachada principal de Santa Catalina y lo presidía la figura de San Diego de Alcalá. La imagen, que permaneció en la ermita hasta los años 70, se halla actualmente en Santa Catalina. El resto del altar hacía alusiones a la cofradía, desde el color verde al escudo. Además, estaba adornado con panecillos, uvas y espigas.

Frente a la otra puerta de la parroquia, la lateral de la calle Del Pilar, estaba el altar del grupo Adoración Nocturna. Lo presidía una Virgen de Fátima y el adorno se completaba con pan y uvas naturales, además de tres centros de flores. Algo más arriba, en el Círculo de Rute, estaba el altar de la cofradía del Nazareno, hecho en colaboración con el propio Círculo. Lo presidía una Virgen del Pilar, propiedad de la cofradía, y aparte del pan y las uvas que completaban el adorno, destacaba la alfombra en plena calzada, hecha por Marina Repiso a partir de serrín pintado a mano por Pedro Campos. Aún en esa misma calle había un cuarto altar, el del grupo joven de La Borriquita. Estaba presidido por una Virgen del Dulce Nombre y un Niño Jesús, de dos particulares. Junto a las flores que contenían frutos naturales, en este altar estaban el frontal de los respiraderos del futuro paso de la Virgen de la Estrella.

Para ver el siguiente altar, ante la estrechez de las calles Pedro Gómez y Bonilla, había que dirigirse al final de ésta, a la altura del Paseo Francisco Salto. Allí se suele ubicar la hermandad del Abuelito, que este año ha elegido a la Virgen de la Encarnación. Se trata de una imagen del siglo XVII que hay en la ermita de San Pedro. No sale en procesión, pero la cofradía aprovecha cultos como éste para que la gente conozca su historia. En el altar, coronado por las llaves de San Pedro y forrado con los colores de la hermandad, también había un relicario de la Soledad de Nuestra Señora, regalo de los costaleros.

Como también es costumbre, el último altar del recorrido, frente al Ayuntamiento, era el de la archicofradía de Nuestra Señora del Carmen. Precisamente lo presidía una talla de la Virgen del Carmen, propiedad de Luis Jiménez, y lo completaban las clásicas espigas de pan y algunos enseres de la cofradía. La talla en cuestión es originaria de América y durante mucho tiempo permaneció en una antigua capilla que había en la calle Alfonso de Castro.

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