Un poquito de responsabilidad, por favor

Las idas y venidas de opiniones variopintas sobre la idoneidad o no de las medidas aplicadas por el Gobierno frente a la pandemia del coronavirus nos dejan bien clara una sola cosa: nadie sabe con seguridad qué debe hacerse para conjugar con equilibrio los términos Salud y Economía. Y bien sabido es por todos que sin salud es imposible tener nada más. Sin salud sobra el dinero, e incluso el tiempo, que se hace por momentos eterno. Lo único que queda es que la sociedad asuma el poquito de responsabilidad que se le pide, con seriedad y sentido común, evitando aglomeraciones, utilizando las medidas higiénicas fundamentales como mascarilla y lavado de manos frecuente, y asumiendo que, hasta que esta situación no pase, nuestra vida social no puede ser como era, por más que nos gustase volver a un ritmo de vida “normal”. Obviamente, las cosas siempre se pueden hacer mejor, sobre todo a toro pasado. Y es que, con la oposición férrea que el PP “voxorizado” se ha propuesto llevar a cabo, ha quedado bien patente que tanto en España como en Europa el partido reestructurado con las cenizas de Aznar, el de los ministros imputados, vuelve a anteponer sus propios intereses partidistas a los de cuarenta y seis millones de españoles. De seguir por este camino, seguramente que no contemos con la unidad que de cara a la reestructuración de la economía española se necesita, sino más bien con otra de las frases típicas del PP: “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, Montoro dixit. Y es que con esa idea de Patria, de usurpación del constitucionalismo (Constitución a la que los esbozos del PP de la época denigraron y rechazaron), de manipulación intencionada de la Constitución y de estar bajo la sombra de Abascal, el de las mamandurrias de Aguirre, Casado difícilmente podrá ser un hombre de Estado. Su papel ha quedado relegado al de timonero de un barco a la deriva que lo mismo gira a babor (las menos veces) que a estribor (con contundencia extrema). Ahora está en jaque, tiene en el horizonte la Moción de Censura del fagocito Abascal, que más bien es una OPA hostil al PP para socavar más aún a Casado y que su barco de charranes (que no gaviotas, aunque sueltan la misma cantidad de guano) haga aguas de cara a futuros comicios.
Por eso, mientras los rivales de la oposición se baten en duelo, electoralista sobre todo, hay que seguir trabajando para remar hacia soluciones, algunas transitorias y fallidas, otras más certeras, pero siempre tomadas al amparo de la ciencia, que se basa en el procedimiento de ensayo y error. Mientras no se haga con ningún fin espurio, es la única forma que tenemos, por ahora, de evitar males mayores, por lo que debemos confiar en las decisiones basadas en criterios científicos, más que en criterios de tertulianos polivalentes.
Este verano será diferente, mucho. Pero de nuestra responsabilidad colectiva dependerá que el otoño no sea un caos sanitario. Asumamos desde ya que pequeños detalles cotidianos son fundamentales para evitar contagios, para tener algo más de seguridad y para minimizar la transmisión comunitaria de un virus que ha puesto en jaque al mundo entero, no solo a España, y al que muchos líderes políticos no se tomaron en serio. Por eso, lo que está en manos de todos no puede achacarse a otros. Sé coherente, sé responsable. Entre todos podemos frenar la segunda ola, o acelerarla. De nosotros depende.

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