La romería a su paso por la remodelada vía pecuaria
Como sucede cada tercer domingo de mayo, las aldeas de Las Piedras y Palomares volvieron a ser foco de atención para muchos vecinos de Rute. Las fiestas en honor a San Isidro Labrador mezclaron un año más lo religioso y lo lúdico. Son días en que se recuperan celebraciones al aire libre y tradiciones populares. Lógicamente, los actos principales se desarrollaron durante la jornada del domingo 16, pero desde el jueves 13 se había asistido a todo tipo de celebraciones en estas pedanías de Rute: un triduo al patrón, la ofrenda de flores y frutos, la mesa de regalos, veladas musicales a cargo de la Orquesta Allegro y, cómo no, los clásicos campeonatos de dominó y “subastao”.
Un frío impropio de la estación primaveral había marcado estos acontecimientos. Sin embargo, el tiempo despejó para la mañana del domingo, hasta el punto de que en el campo se dejó sentir el calor. Esto permitió la afluencia de más público en los dos itinerarios procesionales. Entre ambos, para reforzar esa participación, se organizó una multitudinaria paella, amenizada por el grupo rociero Rajeo. A continuación, se reanudaron los juegos populares: el concurso de bebedores de gazpacho, las cucañas y las carreras de sacos, bicicletas y cintas.
Otra aldea de Rute, Zambra, tuvo especial presencia en los recorridos procesionales. Su coro de romeros cantó la misa de mediodía. De allí es también la Agrupación Musical Nuestra Señora de Gracia, que, tras la diana, acompañó la romería de San Isidro. Como de costumbre, en el recorrido matinal el patrón fue en un carro tirado por bueyes, mientras que por la tarde la imagen fue portada a hombros.
La salida vespertina se centró en Las Piedras y Palomares. Por la mañana, en cambio, la comitiva, con la colorida presencia de carrozas, llegó hasta la aldea de Los Pérez y La Fuente de la Higuera. En este itinerario se dio la principal novedad de esta edición de las fiestas. El arreglo la llamada “Relenga de Las Piedras”, antigua vía pecuaria que comunicaba Rute con Carcabuey, permitió cambiar el recorrido habitual por la carretera comarcal. El enclave encaja con la filosofía de estas fiestas, que, a modo de prolongación de San Marcos, se viven como una jornada típicamente campestre.
