La delegación en Rute de Manos Unidas emprende con su cena benéfica el proyecto “Contra el hambre, defiende la tierra”

María Dolores Sepúlveda, religiosa misionera, explicó la situación actual de Zimbabwe

María Dolores Sepúlveda, religiosa misionera, explicó la situación actual de Zimbabwe

Como suele hacerse en el primer fin de semana de febrero, la delegación en Rute de Manos Unidas celebró el pasado sábado su cena benéfica. El lema de la asociación este año es “Contra el hambre, defiende la tierra”. La delegación ruteña tiene previsto destinar los fondos recaudados a la construcción de pozos de agua en tres colegios rurales en Zimbabwe. Manos Unidas va a participar en la compra de materiales, así como en instalación y perforación de los pozos. De esta forma, se podrá facilitar agua potable a dos mil trescientas personas. Como este proyecto es bastante ambicioso, una de las integrantes, Purificación García, ha adelantado que se va a gestionar “junto con otras delegaciones de Córdoba”.

Para financiarlo, se realizan a lo largo del año colectas en los colegios y se venden camisetas. También se quiere reeditar la carrera del euro y la carrera solidaria, en este caso en colaboración con la cofradía de la Vera Cruz. Según García, entre todas las iniciativas, la media de recaudación anual ronda los trece mil euros. Con todo, la cena del hambre sigue siendo la principal fuente de ingresos. Además del dinero aportado, otra integrante, Carmen Zafra, insiste en que se vive “una jornada de convivencia”.

Más de doscientas personas se dieron cita en los salones parroquiales de San Francisco de Asís. Entre los asistentes a esta edición, destacó la presencia de María Dolores Sepúlveda, religiosa misionera que ha estado casi veinte años cooperando con indígenas de Colombia. Como conocedora de primera mano del proyecto, explicó su contenido a los presentes, con su testimonio y con un vídeo ilustrativo de la situación de las mujeres en el país africano.

Abundando en el citado lema, señaló que estamos haciendo “un mal uso” de los recursos del planeta, en beneficio de unos pocos. Consecuencia de ello son, entre otras cosas, “el cambio climático o las migraciones”. Para poner remedio, Sepúlveda cree que hace falta iniciar “una cultura del cuidado, el de uno mismo, el de los demás y el de la Tierra, que es nuestra casa”. Es necesario, pues, “un cambio de actitud”. Así, al ayudar a un pueblo nos estamos ayudando a nosotros mismos a construir “un solo mundo, no un primer mundo rico, un segundo y un cuarto. ¿Cuántos mundos vamos a hacer?”.

Si bien Manos Unidas es una ONG de carácter religioso, el mensaje de Sepúlveda no puede tener un componente más ecologista. Para ella, es simple: el cuidado de la creación es “un cuidado religioso porque es un don gratuito”. Ahí encaja la cultura del samaritano, el sentir que pueden salir las cosas “no porque Dios nos cuida, sino porque tenemos a alguien prójimo”. En este contexto, el proyecto de Rute de hacer pozos y la respuesta de la gente le parecen dignos de admiración porque suponen “una fuente de vida”. Un proyecto, en definitiva, pequeño, pero que implica “dar y recibir”, proyectando “una mirada universal”.

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