La asociación Arapades realiza varios actos de concienciación en las calles de Rute sobre la enfermedad del alzhéimer

Los integrantes de Arapades han repartido entre  los ciudadanos pegatinas alusivas a este día

Los integrantes de Arapades han repartido entre los ciudadanos pegatinas alusivas a este día

El 21 de septiembre se conmemora el día mundial del alzhéimer. Se trata de un tipo de demencia que afecta sobre todo a personas de más de 65 años. Es una enfermedad irreversible y progresiva del cerebro. Lentamente, destruye la memoria y las aptitudes del pensamiento, y, con el tiempo, hasta la capacidad de llevar a cabo las tareas más simples. Unos diez mil quinientos cordobeses sufren alguna demencia. De ellos, aproximadamente ocho mil padecen alzhéimer, según Eduardo Agüera, neurólogo responsable de la Unidad de Demencias del hospital Reina Sofía. Conforme aumenta la edad de las personas, se incrementan las posibilidades de que padezcan alzhéimer. En Rute funciona desde hace más de diez años funciona una unidad de estancia diurna en la que se atiende a este tipo de enfermos. Además, con anterioridad se fundó Arapades, Asociación Ruteña de Atención a Personas con Demencia Senil.

Para este día mundial del alzhéimer se han programado diferentes actos y actividades de carácter simbólico, con objeto de concienciar sobre esta enfermedad. Un año más, se ha colocado la pancarta de la asociación en la fachada del Ayuntamiento de Rute. Además, se han pegado carteles y se han repartido pegatinas alusivas a este día. Junto a las pegatinas, se han entregado postales elaboradas por los afectados. El lema hablaba por sí solo: “Recordar es fácil para el que tiene memoria; olvidar es difícil para el que tiene corazón”. También se han distribuido folletos con algunos de los ejercicios que los enfermos realizan en el centro.

Al margen de estos actos simbólicos, la actual presidenta de Arapades, Carmen Moyano, ha señalado que hoy existen una serie de recursos que deben ser tenidos en cuenta: permiten que, tanto quien la padece como la propia familia, afronten mejor la enfermedad. La posibilidad de contar con el centro descarga a la familia, que antes veía impotente “las veinticuatro horas” cómo el enfermo “se deterioraba sin poder hacer nada”. Carmen Moyano fue la impulsora de la asociación, allá por el 2000. Como recuerda la vicepresidenta Natividad Leiva, empezaron “con pocos recursos”, pero en apenas dos años se vieron “los primeros resultados”. En esta década las actividades no se han centrado sólo en los enfermos, sino que se han ofrecido “talleres para ayudar a las familias”.

Con el tiempo, los familiares se han ido concienciando de la necesidad de llevar a estas personas al centro. Actualmente, se cuenta con veinte plazas, concertadas con la Junta de Andalucía, pero hay más gente en lista de espera. Desde primera hora esta unidad de estancia diurna ha estado en la antigua guardería de la calle Canalejas. Su gestión fue posible gracias a la colaboración del Ayuntamiento y la Fundación Virgen del Carmen. Los fines de ésta eran el trabajo con niños. Sin embargo, según otra integrante de Arapades, Matilde Pérez, por aquel entonces el centro estaba vacío. De ahí que se acordara pagar un alquiler “mínimo”. A lo largo de los años este contrato se ha ido renovando “y no hay ningún problema”.

Para el resto de la gestión es la Junta la que marca la pauta. El Gobierno autonómico exige que haya un equipo con psicólogo, fisioterapeuta, enfermera, auxiliares “y hay que cumplirlo todo, porque si no la Junta no daría esas plazas concertadas”. De no ser así, Pérez asegura que el centro “no podría estar abierto”. Las personas “no se pueden costear una plaza, vale muchísimo dinero”. Según cada caso, se subvenciona mayor o menor cantidad, siempre “de forma individual”. El horario habitual del centro es de lunes a viernes de nueve de la mañana a seis de la tarde. Los enfermos son recogidos en autobús en su propio domicilio. El trabajo con los enfermos no sólo repercute en ellos. También en el tiempo en que permanecen en el centro sus familiares pueden realizar el resto de gestiones y tareas cotidianas.

De coordinar el trabajo con los enfermos se ocupa María del Carmen Rodríguez, psicóloga y directora del centro. Al igual que ha ocurrido con las colaboraciones de la asociación, el centro comenzó con pocos medios y con el tiempo han ido contando con más recursos, “técnicos y de personal”. Conforme crecía el número de usuarios, también aumentaban los servicios “de calidad”. En total, ahora hay seis profesionales técnicos, además de otro personal como la cocinera o la encargada de la limpieza. Con todo, la directora subraya que este personal trabaja “como un grupo, y cualquiera echa una mano”. En este sentido, considera esencial el componente “humano” de cada uno de ellos.

Para el día a día considera clave que los enfermos funcionen “a base de rutina”. Tras el desayuno y la sesión en la sala de fisioterapia, el resto de la mañana se dedica a la “estimulación cognitiva”. Se hacen ejercicios de memoria, recuerdo, orientación, atención, lenguaje o escritura. Por tanto, se abordan “todas las capacidades cognitivas”, situando a cada enfermo “en su nivel”. Rodríguez distingue que no se pretende que aprendan cosas, “sino que recuerden lo que ya tienen”. Después de estos ejercicios, los usuarios dan un paseo por el patio del centro antes del almuerzo. La parte de la tarde se dedica primero a que la enfermera observe el estado de estos pacientes y luego se pasa a las manualidades. El objetivo es que los enfermos “se sientan útiles”. Para la directora, la mayor recompensa de esta labor llega de los propios enfermos “cuando te reconocen y te muestran su cariño”.

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