Francisco Aurioles exalta la simbología de la cruz en los Juegos Florales

  • El sacerdote ha sido el mantenedor de la cuadragésima edición de este certamen poético, donde han obtenido el primer premio Fátima Rabasco y Adrián Pérez

El penúltimo sábado de abril ha traído la clausura de los XL Juegos Florales de la Vera Cruz. Este certamen sirve de antesala a las Fiestas de Mayo que organiza la cofradía. La clausura tuvo lugar en la ermita del mismo nombre. La presente edición ha contado con la participación de 43 estudiantes de Rute, en su mayoría de Primaria y alguno del IES Nuevo Scala. Ha sido, en palabras del presidente de la cofradía, Sergio Ruiz, “buena”, aunque algo inferior a otras veces, algo que achaca a la tardía celebración de la Semana Santa. Un jurado encabezado por Carmen Arcos y Ana Burguillos seleccionó 16 finalistas antes de elegir los siete poemas premiados.

  • El sacerdote sentenció que pensar en la vida eterna no es evadirse, sino mejorar la vida terrenal, tratando de ayudar a los demás

En categoría infantil, el primer premio ha sido para Adrián Pérez; el segundo, para María Arjona; y el tercero, para Alejandra Cruz. En categoría adulta, el primer premio ha correspondido a Fátima Rabasco; el segundo, a Vanessa Baena; y el tercero, a Josefa Cañete. Además, se ha reconocido a Aurora Sola con el “poema más popular”. Los propios premiados tuvieron ocasión de leer sus poemas antes de la intervención del mantenedor de estos Juegos Florales, el sacerdote Francisco Aurioles. Fue presentado por el presidente. Ruiz destacó la cercanía y atención que siempre mostró con la cofradía en el tiempo que ejerció su ministerio sacerdotal en Rute.

El mantenedor centró su intervención en la simbología de la cruz, siempre ligada a la figura de Cristo. Según dijo, estamos ante la “paradoja desconcertante” de que un crucificado dé respuestas a nuestros interrogantes. Jesús es la primera persona que da el perdón en la cumbre del Gólgota. Desde ese momento, la cruz se convierte en “el trono de Dios”. Sin embargo, lamentó, nos hemos acostumbrado a verla “como un elemento decorativo en unas fiestas”. En ese ambiente, la cruz “no impacta” y pierde su sentido original de acercar a las personas al paraíso.

Llegado ese punto, el sacerdote citó a Benedicto XVI cuando dijo que el cielo “no es un lugar, sino un estado” para recordar que la formación “como preparación para el paraíso” es “la asignatura pendiente” de las hermandades. En ese contexto, piensa que se ha dejado de hablar del cielo y de la adoración porque las nuevas generaciones no han adquirido “el sexto sentido de lo sobrenatural”. Aurioles sentenció que pensar en la vida eterna no es evadirse. Al contrario, cree que hace mejorar la vida terrenal, “tratando de ayudar a los demás”. Cristo, en ese momento de “abatimiento y soledad”, es la mayor muestra de sacrificio por el prójimo.

En definitiva, “sólo en la cruz se encuentra la esperanza”. Mientras el mundo gira, “permanece estática como signo de salvación”. Como ejemplo, mencionó que hace un siglo Pío XI “la puso en medio de la humanidad, entre el nazismo alemán y el comunismo soviético”. Quienes la rechazan son “los vulgares y superficiales”. Para el sacerdote, quienes sienten que no hay que humillarse, “en el fondo tienen miedo”. En cambio, asegura que el cristiano es “amigo de la cruz”. Sin ella, remató, no existe el sepulcro vacío al que aspira todo creyente, como señal de que las almas se han liberado.

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