El festival de ballet se consolida como uno de los espectáculos visuales más llamativos del verano cultural de Rute

La coreografía de "Las nifas" fue una de las más aplaudidas de la noche

La coreografía de “Las nifas” fue una de las más aplaudidas de la noche

Llegó una de las citas más esperadas del verano en Rute. El festival de ballet capta la atención de los familiares del numeroso alumnado de la Escuela Municipal de Danza. Pero igual de cierto es que cada vez congrega a más gente curiosa de contemplar un espectáculo visual como pocos hay en Rute. La labor de María del Mar Somé se merece el reconocimiento por la puesta en escena que es capaz de recrear tras un intenso curso académico. A su esfuerzo y creatividad hay que añadir su habilidad para trabajar en equipo. Si se requiere colaboración para el vestuario se pide; y si hay que compartir protagonismo en la dirección técnica o en la escenografía, ahí están personas como Miguel Ángel Borrego, que preparó minuciosamente el decorado.

El resultado global habló por sí solo el pasado sábado, 27 de junio, en el teatro al aire libre Alcalde Pedro Flores. Allí se celebró la décimo cuarta edición de este festival. No es de extrañar que la representante institucional, la concejala Inmaculada Piedra, definiera la noche como “mágica”. Antes, como aperitivo, habían tenido lugar las audiciones de guitarra. Ambos actos son iniciativa de la Escuela Municipal de Música y Danza. En el segundo caso, además, en colaboración con la asociación Rutedanz.

Tras la audición, el público asistió expectante a las diecisiete coreografías que representó el alumnado de Somé. Ya no se puede hablar únicamente de alumnas de Rute. Entre esas setenta y cuatro personas, cuatro son chicos y cinco chicas vienen de la pedanía de Zambra. Su presencia es relativamente nueva en la escuela. La directora Alejandra Ortega confirmó que el trabajo en las aldeas poco a poco va dando sus frutos. También reseñó el acierto de haber trasladado la audición de guitarra al mismo día del festival, para enganchar a los dos públicos.

Si este festival supone la representación ante la audiencia de lo que se ha hecho durante el curso, para las responsables de la escuela también es la hora de hacer balance. Ortega tiene claro que ese balance es positivo. Entre las clases de música y las de ballet, la escuela ha contado con más de doscientos alumnos. Todo ello en un año donde se ha cambiado la sede con el traslado al edificio juvenil Ludoteca de Rute. Para la directora, los resultados de las nuevas instalaciones se verán de verdad en la próxima temporada.

De momento, el edificio “no está del todo acondicionado” y las clases se han desarrollado sin dos elementos tan básicos como el espejo o el parqué. Entre otras consecuencias, las lesiones han sido más numerosas de lo esperado y de lo deseable. De hecho, Somé, que este año había optado por no ponerse bajo los focos, tuvo que hacer una excepción por este motivo en uno de los números de nivel avanzado.

En cuanto al desarrollo de las coreografías, siguió la tónica de combinar el ballet clásico con piezas contemporáneas. De lo primero, hubo muestras memorables como “Les Sylphides”, interpretada por el nivel avanzado, o la “Suite nº 1” de Eduard Grieg, recreada por el nivel medio. En este apartado, hay que destacar la presencia de la Formación Paradise, de Lucena, que dirige Irene Somé. Las alumnas lucentinas representaron el “Cascanueces”, de Tchaikovsky. Para el baile contemporáneo se eligieron temas populares como “Single Ladies”, de Beyoncé, o “La bomba”, de Ricky Martin. Y a medio camino entre estos estilos, no faltaron géneros atemporales y de fusión, como el tango o la samba.

Otra mezcla distinta se dio en la coreografía de “Las ninfas”, de las más aplaudidas de la noche. Se unieron las niñas del nivel inicial I con una compañera del grupo avanzado, Ana María Burgueño. La profesora ya había advertido de la complejidad de compaginar dos niveles diferentes. Y aun así lo bordaron. Inspirándose en la banda sonora de “El señor de los anillos”, el número montado a partir de la monumental partitura de Howard Shore bien podría valer para explicar en esencia en qué consiste la danza: contar una historia con música y movimiento corporal acompasado.

Quedaba el final, el número que sirve para decir “no adiós, sino hasta luego” a las chicas que dejan la escuela. Este año quienes se van de Rute para emprender su etapa universitaria son Mari Carmen Écija y Sonia Llamas. Somé había adelantado que sería algo “más señorial” que lo del año pasado “pero no por ello triste”. La apuesta fue valiente: “Carmina Burana”. Este clásico-contemporáneo de Carl Orff es tan socorrido para coreografías, películas y anuncios que llevarlo a escena exige reinventarlo.

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