El Festival de Ballet Clásico celebra sus bodas de plata

  • La joven Marina Moreno se doctora como profesora en su primer año académico completo, después de ponerse al frente de estos talleres en la pasada edición

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El Teatro al Aire Libre “Alcalde Pedro Flores” acogía en plena jornada de reflexión el XXV Festival de Ballet Clásico. Se cumple un cuarto de siglo de esta cita gestada en la Escuela Municipal de Música y Danza. Después, aunque cambiara la forma de gestionarse, ahora como Talleres Culturales, pero siempre al amparo del Ayuntamiento, se ha mantenido. En un caso y en otro es más que la puesta de largo de todo lo aprendido en el curso académico. Al mismo tiempo, es uno de los festivales que da el pistoletazo de salida a los Veranos Culturales de la Villa en Rute.

Sumando ambos formatos, el festival cumple sus bodas de plata. Es un matrimonio bien avenido con la cultura local, no sólo por la condición artística de la danza. Representa a su vez un trabajo en equipo en cuanto a iluminación y vestuario para que la puesta en escena sea, en efecto, una obra de arte. Ese espectáculo coral, no obstante, precisa de una cabeza pensante que lo lidere. Esa responsabilidad recae desde el año pasado en Marina Moreno Aroca. Entonces tomó las riendas de los talleres y la preparación del festival con el curso ya en marcha. Ahora ha asumido las tareas desde primera hora. Si éste es, pues, el primer curso en que hay que evaluarla al completo, habría que concluir que la joven profesora se ha doctorado “cum laude”.

  • El director Carlos Aguilera destacó la implicación de padres y madres, junto a otras personas para que estos talleres cristalicen en el festival

Como recordaron en la presentación el coordinador de estos talleres, Carlos Aguilera, y la concejala María Dolores Peláez, tampoco éste ha sido un curso fácil. Aunque la situación ha mejorado de manera ostensible, ha habido que seguir lidiando con la pandemia. Sólo la implicación de padres y madres, y el resto de personas que hacen posible este festival que despierta la atención más allá de Rute, ha permitido que vuelva a llegar a buen puerto. Para ello, insistieron, ha sido clave el papel de Marina Moreno, como “artífice” de aglutinar todos estos recursos humanos.

Como de costumbre, los trece números combinaron el ballet meramente clásico, con referentes imprescindibles del género, como “El lago de los cisnes”, y piezas de corte más moderno o contemporáneo, como los “renacidos” ABBA, con su “Mamma mia”. Tampoco faltaron piezas que propiciaban coreografías más divertidas para el nivel preparatorio, como la inspirada “El Rey León”. Todos los niveles tuvieron su momento, llegando a combinarse el medio y el avanzado en el último número, “El gran showman”. Con él se dio paso al saludo final y el baile conjunto: el que sirve a las sesenta alumnas de la escuela (este año ha habido dos chicos) para invitar al público a que se levante y se sume. Cuando el arte sirve para hacer piña y participación, alcanza la categoría de espectáculo. Marina lo ha vuelto a hacer posible.

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