Las fiestas de La Hoz en honor a la Virgen del Consuelo reeditan el reencuentro entre vecinos venidos de todos los puntos de Rute

La Virgen del  Consuelo recogió todos los recovecos de la aldea, acompañada de mantillas,  representantes políticos y de otras cofradías

La Virgen del Consuelo recogió todos los recovecos de la aldea, acompañada de mantillas, representantes políticos y de otras cofradías

El tramo final del verano, cuando, al menos en teoría, se espera que el tiempo refresque, es época propicia para fiestas y romerías. De las que se celebran en las aldeas de Rute, destacan por su carácter entrañable las de La Hoz. No se trata sólo de rendir honor a Nuestra Señora del Consuelo; estas fiestas son diferentes por muchos motivos. Más allá de lo religioso, tienen un importante componente nostálgico y de reencuentro. Por una parte, el de quienes se han podido escapar unos días y se reincorporan a la actividad cotidiana. Pero también, y ahí la peculiaridad, reencuentro de quienes tuvieron que dejar estas tierras, esas huertas que hoy se recuerdan como un paraíso perdido, tras la construcción del Pantano. Manuel García, coordinador de la revista que edita la cofradía, ya reflejó esta cuestión en “Consuelo: entre El Pamplinar y La Hoz”. Este libro de edición limitada fue su contribución como hermano mayor el año pasado. En su opinión, todas las advocaciones traen recuerdos de la niñez, de tradiciones vividas desde siempre. Pero estas fiestas tienen un rasgo diferenciador: el de la pérdida. Hay mucha gente que se ha acabado instalando fuera de Rute, vuelve en un momento dado y se encuentra novedades. Pero, en cambio, quienes crecieron en este entorno, al cabo de los años regresan “y descubren que sólo queda la Virgen del Consuelo”. Eso sí, como subraya el vicepresidente Francisco Ramírez, siempre que pueden se reencuentran con sus raíces en estos días.

Por una mezcla de todo ello son muchos los que “bajan” desde el casco urbano hasta la aldea en el primer fin de semana de septiembre. Este año ha sido justo así: los días 1 y 2 han caído precisamente en sábado y domingo. Como es habitual, el programa había arrancado antes, el jueves y el viernes, ambos metidos todavía esta vez en el mes de agosto. El jueves se ofreció el rezo del santo rosario, que, como casi todo en estas fiestas, es muy particular: se realiza con el acompañamiento de un cuarteto de música clásica. El viernes, tras la misa, llegó la cena de hermandad, que también tiene su punto diferente, ya que no se envían invitaciones. Como dice el presidente de la cofradía, Perfecto Rodríguez, “cualquiera que encuentre una silla puede sentarse y, por un precio módico, tomar algo con los amigos”. En efecto, y así lo recuerda Francisco Ramírez, lo fundamental es “la convivencia” entre quienes acuden. Como ocurriera el año pasado, el momento más emotivo llegó cuando la cofradía quiso distinguir a personas de cierta edad que han dedicado buena parte de su tiempo a engrandecer estas fiestas. Las menciones han sido esta vez para Ambrosio García Leal, Dolores Ramírez Luz y Teodoro Granados Aguilera.

La cena estuvo amenizada por el Trío Thema, que repetiría en la velada del sábado, día central. La jornada comenzó a primera hora de la mañana con  la recogida de regalos para la mesa. La situación económica no ha mermado la participación de los vecinos de la aldea y los devotos en general. A las cuatro de la tarde, los más pequeños disfrutaron de las carreras de cintas, otra tradición ancestral que se mantiene gracias a fiestas como ésta. Aparte de estas iniciativas, que enriquecen el programa, el momento principal llegó por la noche, con la procesión de Nuestra Señora del Consuelo. La imagen recorrió todos los recovecos de la aldea. Contó el acompañamiento musical de la Agrupación Santo Ángel Custodio, de Rute, y Los Dolores, de Carcabuey. Además, se dieron cita personalidades como los representantes de las cofradías ruteñas, el alcalde Antonio Ruiz y los hermanos mayores. En esta ocasión, tal cargo ha recaído en el presidente de la Cooperativa Agrícola de Rute, José María Roldán, y su esposa, Remedios Sánchez.

Al término de la procesión, pasada la media noche, tras los fuegos artificiales, se procederá a la primera parte de la subasta de los regalos, muy participativa, como siempre. Ya en la jornada del domingo, a mediodía, en el chiringuito que hay junto a la ermita se organizó una paella y una sardinada con gazpacho para los asistentes. Por la noche llegaría la segunda parte de la subasta de regalos, coronada con la invitación de la cofradía a una copa de vino. Se ponía, pues, colofón con buen sabor de boca a estas fiestas a la vez diferentes, nostálgicas y de confraternidad.

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