El sacerdote Pablo Calvo vuelve a Rute para ser el mantenedor de los XXXI Juegos Florales de la Vera Cruz

Pablo Calvo ofreció un pregón con un  fuerte componente humano y religioso

Pablo Calvo ofreció un pregón con un fuerte componente humano y religioso

30/04/12 14:00
RADIORUTE.COM

El último fin de semana ha supuesto la antesala a los días grandes de las Fiestas de Mayo de la Vera Cruz. El sábado 28 tuvo lugar la clausura de los XXXI Juegos Florales. Según apuntó el presidente de la cofradía, José Juan Sánchez, la participación ha sido especialmente destacada en el apartado infantil y “algo menor” en el de adultos. De esta forma, dijo, se garantiza que hay “mucha cantera” para que esta tradición de tres décadas tenga continuidad. Por su parte, la concejala de Cultura y Festejos, Belén Ramos, aprovechó para felicitar a los organizadores y poner en valor esta iniciativa “que permite que los niños se acerquen a la poesía”. Ramos apuntó que la cultura popular es un área “muy importante”. Por eso, hay que dar cancha a través de propuestas como ésta, que representan “una forma de mirar nuestras raíces y ver que nuestras tradiciones siguen vivas”.

Reforzando el componente cultural que se le da a estas fiestas, Sánchez cree estos Juegos Florales han contribuido a atesorar un considerable número de poemas. Ya se publicó una edición con el título de “Alma crucera” y, según el presidente, hay material para otro libro “incluso más voluminoso” con los últimos poemas premiados. En esta ocasión, el primer premio en categoría infantil ha sido para María Roldán Jiménez; el segundo, para Miguel Cuadras Molina; y el tercero, para María José Reina Ruiz. Además, Alejandro Aguilera García se ha hecho merecedor del premio a la poesía más popular. Por lo que respecta a la categoría juvenil y de adultos, la ganadora ha sido Isabel Delgado Escobar. El segundo premio ha correspondido a Isabel María Piedra Ruiz, y el tercero a su hermano Francisco.

Tras la lectura de los poemas ganadores, se dio paso al mantenedor de estos Juegos Florales. En esta ocasión lo ha sido el sacerdote Pablo Calvo, que fue presentado por Diego Córdoba. Ni el presentador ni el pregonero pudieron evitar hacer referencia a la estancia de Pablo Calvo en Rute. Aquí ejerció su labor pastoral durante seis años y dejó una profunda huella. Actualmente, desarrolla esa tarea en una pequeña parroquia de la capital. Confiesa que es más relajado y puede sobrellevarlo a pesar de sus dolencias crónicas en la espalda, que le obligaron a la postre a dejar su trabajo en Rute. Sin haber sido nunca mantenedor o pregonero de unas fiestas, se tomó la propuesta de la cofradía como “un reto”. Como muestra de gratitud, quiso “ofrecer algo” para que la gente “pueda caminar y crecer desde el amor a la Virgen y la conciencia de Jesucristo en la cruz y lo que implica ese sufrimiento”. Eso sí, no faltó la referencia a esos seis años donde compartió “momentos muy intensos”. Por lo demás, su alocución estuvo cargada de humanidad y religiosidad. Calvo apeló al aspecto solidario y de caridad de las cofradías. Mal camino llevarían, dijo, si se limitaran a sacar los pasos en procesión.

A continuación, hizo girar su alocución a las dos figuras claves de esta celebración: la Virgen de la Sangre y la Santa Cruz. El sacerdote aludió a la cruz como símbolo de los cristianos, pero también como metáfora de nuestras propias vidas. Según expuso, para los creyentes es “el instrumento más poderoso para vencer, para obtener la corona de gloria que no se marchita”. Allí se manifiesta “el verdadero amor”. La cruz ha acompañado siempre al hombre. Sin ir más lejos, en la época actual “se soporta su peso con mayor énfasis”. Es una cruz que viene definida “por la desesperanza, por la falta de ilusión y de valores, por la sangrante crisis económica”. Aun así, Pablo Calvo buscó un mensaje positivo, aludiendo a que todos llevamos una carga encima, es normal tener miedo a esa cruz y querer librarse de ella, pero eso no significa avergonzarse. Lo vergonzoso, sentenció, “sería huir”. Respecto a la Virgen de la Sangre, es obvia la referencia a las nueve lágrimas de la talla. También en este contexto buscó lo metafórico, la sangre como símbolo de la vida. Con sus lágrimas, “María se une al dolor redentor de su hijo”. Colabora con él, “que entregando su sangre nos da vida a todos los hombres”.

Al término del pregón, Pablo Calvo recibió la insignia de la cofradía de manos de Purificación García, hermana mayor de la Virgen. Acto seguido, José Juan Sánchez tomó de nuevo la palabra para recordar algo que le había dicho el sacerdote poco antes de marcharse de Rute. Mensajes que insisten en que todos somos responsables de todos “y que hacen reflexionar sobre las cosas importantes de la vida”. Desde luego, esos mensajes calaron en mucha gente. Así lo atestiguaron muchas personas que se acercaron a saludar al sacerdote. Sus caras reflejaban que la presencia de Pablo Calvo en Rute no fue anecdótica ni banal.

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