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El último ejercicio apenas ha dejado 403,2 litros, mientras que los termómetros han registrado valores muy superiores a la media, en especial en las mínimas
Antonio Navajas analiza el último año agrícola
El recién terminado año agrícola, que abarcaba del 1 de septiembre de 2022 al 31 de agosto de 2023, ha incidido en la tendencia que viene deparando la meteorología en Rute. A grandes rasgos, el último ejercicio ha concluido con precipitaciones por debajo de la media y temperaturas superiores. Así, el total de agua caída en estos doce meses ha sido de apenas 403,2 litros. Son los datos recogidos en el observatorio local por Antonio Navajas para la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y que también remite a diario a Radio Rute.
Navajas recuerda que la media pluviométrica (en función de los últimos treinta años) se revisa al comienzo de cada década. La de Rute se ha actualizado a la baja a 616,69 litros. Aun así, pues, ha vuelto a ser un año de déficit hídrico o sequía, del 34,59%. No en vano, es el quinto año más seco de la serie histórica. El problema se agrava porque en el último decenio sólo se ha estado una vez por encima de la media, en 2017-18. Por tanto, con esa salvedad, Rute acumula una década de sequía.
- La sensación de escasez de agua se acentúa porque la lluvia se ha concentrado en muy pocos días, apenas 66
La sensación de escasez de agua se acentúa porque la lluvia se ha concentrado en muy pocos días, apenas 66. En algunos apenas cayeron un par de décimas. Ni siquiera el día más lluvioso, el 9 de diciembre, dejó un gran registro, 30,6 litros. Por fortuna, la temporada se ha salvado en parte porque ese mes, mayo y junio estuvieron por encima de lo normal. En cambio, abril destrozó el refrán popular, ya que no cayó ni una sola décima. Otros a priori húmedos como febrero, octubre o noviembre, dejaron muy poca agua. A su juicio, estas alteraciones del cambio climático reflejan la opinión de los científicos sobre la dificultad de establecer reglas fijas. Al menos diciembre siguió la tónica habitual de ser el mes más lluvioso en Rute, con 142,7 litros.
Si en las precipitaciones la tendencia es a la baja, las temperaturas van al alza en todos los sentidos. El pasado mes de octubre fue más propio del verano, con valores cinco grados por encima de la media. En noviembre y diciembre se siguieron marcando registros muy por encima de los veinte grados, y ya de lleno en el invierno, sólo hubo una noche en que el mercurio cayó por debajo del cero, ocho décimas negativas. También marzo fue más caluroso de lo normal y en abril la media fue 5,5 grados superior, batiendo su propia máxima, con 35,5 grados. Lo que ya se intuía en estas estaciones se confirmó en la más cálida. Hemos sufrido hasta cuatro olas de calor en verano, más otra previa. Han sido más en número, pero inferiores en duración.
La temperatura más extrema se dio el 17 de julio, 42,1 grados. Sin embargo, cree que lo verdaderamente notable está en las mínimas, en invierno cada vez menos frías y en verano cada vez más cálidas. Así, en los meses estivales ha habido nueve noches ecuatoriales, con la mínima por encima de 25 grados, y 51 en que no se ha bajado de veinte. La consecuencia es que la media total, es decir, del conjunto de máximas y mínimas, esté en 19,16 grados. Parece suave, pero, como recuerda, la media de las tres últimas décadas está en 16,49. Por tanto, se ha pulverizado en 2,67 grados.
Junto a los propios datos, existe una percepción psicológica de bochorno, de que los termómetros no dan tregua. Cierto es que rara vez se han sobrepasado los cuarenta grados, pero en julio y agosto casi nunca se ha bajado de los 35. De hecho, la media de las máximas respectivas en estos dos meses, ya de por sí calurosos, ha sido de 36,2 y 36,6 grados. Con el cómputo histórico, para hablar con propiedad de ola de calor en Rute habría que superar durante al menos tres días los 37,5 grados. Aunque no llegue a ocurrir en sentido estricto, con tantos días por encima de los 35, la sensación térmica ha sido de una ola calor casi continua.