VIAJES ATRASADOS

Todos somos viajeros, incluso aquellos que dicen que no les gusta. Hay muchos significados en la palabra viaje, hay muchas maneras de viajar. A veces ocurre de forma inesperada, decidida por otros, como cuando los padres eligen cambiar de domicilio. Siempre supone un estrés añadido. Casi nadie quiere mudarse, aunque el nuevo lugar prometa mejoría y oportunidades. Luego somos nosotros los que cambiamos de casa en muchas ocasiones a lo largo de la vida, unas por trabajo, otras por estudios, otras a la hora de formar la familia o simplemente vivir de forma independiente, y también, para obtener mejoras estructurales en la senectud.
Durante el confinamiento, tuvimos que viajar de otras maneras. Hablemos, por ejemplo, de la lectura. Cuando leemos un libro, nos trasladamos a un lugar distinto en el espacio y en el tiempo, nos dejamos llevar, nos imaginamos a los personajes y a los paisajes en tonos pastel, menos vívidos que los originales, pero no menos reconfortantes. Esos viajes, igual que aquellos en los que andamos miles de kilómetros, nos dan uno de los mejores tesoros baratos, nos dan cultura. Nos sacan de la forma propia de pensar y amplían nuestro mundo con otras ideas, artes, virtudes y opiniones. Nos agrandan y nos enseñan. En nuestro país son muchos los que optan por hacer el viaje al bar, para ver un partido de fútbol o seguir viajando con zumos espirituosos. Es su elección. Según mi opinión, ese viaje se queda amputado desde el origen, porque no supone ningún esfuerzo, es pasivo, no tiene recorrido y rara vez ofrece gratas sorpresas, cuando se convierte en hábito.
Hace escasos días, muchos jóvenes marroquíes han hecho un viaje fronterizo, algunos engañados, azuzados, otros huyendo de la nada en busca de algo, otros deseando alcanzar el primer mundo escorando una piscina gigante y fría, todos anhelando algo mejor. El sueño de la mayoría se ha visto pronto cercenado o directamente anulado al pisar otra tierra con la que su país no había acordado pactos de llegada. Tampoco la magna Europa quiere hacerlo, sabiendo todos que es un problema creciente. Ha habido muchas opiniones al respecto, que no entraré a valorar hoy, respetando la de cada uno de vosotros. No es una cuestión fácil y no creo que fácil sea la solución, pero siempre se debe comenzar por buscarla.
He visto otro viaje mucho más alegre, también hace pocos días. Dos médicos residentes que comenzaron la especialidad de medicina de familia hace cuatro años en Rute, han acabado su periplo por el centro de salud y se marchan a otros pueblos para comenzar su andadura independiente. Están contentos, nerviosos, con dudas, pero con muchas ganas de emprender una nueva etapa en sus vidas, de crecimiento, de mayor responsabilidad y de toma de decisiones más autónoma. Les deseo un bonito recorrido, llenando las maletas con buenos pasos, mejores posos de sabiduría y grandes acciones.
Al rememorar el pasado, al acordarnos de forma deliberada o involuntariamente de lo pretérito, transitamos por los advenedizos caminos de la memoria, esa musa que siempre inventa algo cada vez que actúa, esa que acaba por reconstruir pedacitos que casi son verdad, pero no del todo, porque se mezclan emociones y sentimientos con los hechos en sí, que de alguna manera versionan de forma personal el recuerdo. Como viajes al pasado son los recuerdos, viajes al futuro son los deseos. Esos viajes en que se compra el billete sin saber aun la fecha de salida ni el tren que hay que coger, pero siempre ufanos, con una mirada alegre hacia el horizonte, hacia la meta. Propósitos interesantes.
El momento actual aglutina las ganas con la necesidad de viajar. Sin cárcel definida, hemos estado mucho tiempo encerrados con ausencia de un rumbo certero, con miedos colectivos fundados, y, toda esa amalgama necesita desnudarse y bañarse para resurgir de nuevo, para renacer. Mi opinión y mi consejo, es que los viajes habituales se hagan con seguridad, cumpliendo las medidas, sin olvidar que aún no se ha erradicado la pandemia y que las vacunas no son totalmente efectivas, aunque nos van a ayudar muchísimo. Vamos por buen camino, pero no hemos llegado al final.
El final de hoy lo reservo para recomendarles que viajen con nosotros, o ustedes solos, o con quienes quieran, pero que viajen. Y si puede ser, lleven, grandes o pequeñas, buenas alforjas…

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