VERDE Y BLANCA

“…Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad”, era esta la reivindicación de aquel 4 de diciembre de 1977 y para muchos sigue siendo la reivindicación principal a día de hoy por más que esa reivindicación nos la hayan adornado y suavizado.

En el mundo viciado de marketing y propaganda en el que vivimos estamos acostumbrados a que nos normalicen eventos que antes eran tabú y que, casi de repente se conviertan en eje central de la población, al menos durante un tiempo.

Pues precisamente esto es lo que ha pasado con aquel 4 de diciembre, un día que hoy nos enorgullece pero que para muchos andaluces ni si quiera existía, no lo conocían porque nadie les había hablado de él. Era un tema de los que no se habla, un tema complejo,  incluso molesto porque llevaría a reflexiones peligrosas y conllevaría abrir debates aún más complejos y peligrosos. Pero todo esto cambia cuando, en el momento oportuno se usa el conocido “lavado de cara”, se retoma un tema y se normaliza cambiándole el trasfondo y como siempre, analizándolo de una forma muy superficial. Con una placa y unas cámaras se vuelve a arreglar todo y listo. Sin embargo esto no es así.

Los motivos por los cuales tantos andaluces salieron a la calle y se manifestaron aquel 4 de diciembre, siguen siendo los motivos de la gran parte de los problemas que tenemos a día de hoy los andaluces. Y aún así, hemos visto como partidos políticos que en su día estuvieron en contra de aquella manifestación, acudían a los actos conmemorativos de dicho evento organizados por partidos que, aún afines en su día, supieron buscar el punto medio que poco resolvió las cuestiones importantes y los problemas de los ciudadanos pero que si les benefició enormemente a ellos y sus secuaces.

Es hora de abordar los problemas con madurez y responsabilidad. Vivimos en una tierra que dedica más hectáreas a la cría del toro bravo para las corridas que a la producción de alimento; una tierra cuyos nefastos dirigentes se preocupan más por los recursos naturales a explotar en Doñana que por su conservación y protección, siendo ellos los responsables directos de su cuidado y teniendo en la mano el deber de preservar la tierra, algo que será para las generaciones futuras; un lugar donde la estructura de la propiedad agrícola  continua siendo la de grandes propiedades mal cultivadas y gestionadas que no sirven a otra cosa que a mantener el “status quo” y el ritmo de vida de sus propietarios; esta sigue siendo la tierra del señorito y el cacique, la del noble a caballo que busca duelos con espada mientras los jornaleros siguen sin tierra y tienen que conformarse con la caridad del paro; donde la iglesia es propietaria de tierra cuyo beneficio no destina a los más necesitados…mientras las condiciones laborales son pésimas precisamente en sectores que ocupan gran parte de la población como son el sector primario y el sector servicios y así, podría escribir algunas decenas de páginas.

Este día, este artículo y estas reivindicaciones tienen mucho más sentido hechas en este mes, diciembre, plena recogida de la aceituna, sector que implica gran parte de la población andaluza, que necesita unas mejoras urgentes si no queremos perder la calidad de nuestro aceite, los puestos de trabajo y la biodiversidad clásica de los olivares, muy castigada desde el comienzo del uso de pesticidas y demás productos químicos.

No, el 4 de diciembre no puede servir a otra cosa que no sea la de recordarnos que los motivos de aquellas reivindicaciones siguen siendo motivos actuales y como aquellos andaluces lo hicieron, nosotros tenemos que hacerlo, tenemos que volver a alzar la voz y luchar por lo que nos pertenece como pueblo y como sociedad.

Como andaluz, al nuevo año le pido salud para poder mejorar nuestra situación y que toda la parafernalia que han creado alrededor de aquel 4 de diciembre de 1977 sirva para despertar nuestras consciencias y nos recuerde que somos un organismo fuerte y unido que sigue pidiendo “tierra y libertad”.

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