Una nueva perspectiva del patrimonio natural ruteño

Estimado lector, ya nos encontramos en el mes estival por antonomasia, por esta razón me gustaría proponer una serie de actividades que ocupen y deleiten nuestro tiempo libre, además de generar salud y descanso. En anteriores entregas hemos tratado acerca de las distintas rutas existentes por los parajes más idílicos de nuestro pueblo. En esta ocasión nos centraremos en las más desconocidas, pero no por ello menos interesantes. El entorno natural que nos rodea es rico y variado, muchos de nosotros hemos comenzado a apreciarlo después del confinamiento, por esta razón es momento de exprimirlo al máximo y seguir redescubriendo las maravillas naturales de nuestro pueblo.
Nuestra primera propuesta tiene como punto de partida inmediato el arroyo de las tijeras, el cual es afluente del río Anzur. En esta ruta podemos disfrutar de un paisaje relevante donde se entremezclan espacios de cultivo del olivar junto con la propia vegetación autóctona. Asimismo, a medio camino encontraremos un rincón idílico donde el propio arroyo genera una poza, donde antaño las gentes disfrutaban de un baño refrescante. Esta senda, que se encuentra recogida en distintas aplicaciones especializadas, supera nuestro término municipal y encuentra su fin en el poblado del Algar (Carcabuey). No obstante, por sus características es muy recomendable, ya que entraña poca dificultad y los espacios a recorrer son únicos.
El sendero que propongo a continuación encuentra su inicio a pocos metros del espacio urbano de Rute y es conocido como la ruta del Pamplinar. Es posible que muchos de nosotros ya la hayamos realizado, sin embargo, son tales sus dimensiones paisajísticas que es recomendable repetir. Esta consiste en un recorrido circular que envuelve los cerros del Pamplinar y nos sitúa muy próximos a la orilla del embalse de Iznajar. Como vegetación encontraremos únicamente el olivar, no obstante, el camino se adapta a la orografía del territorio y nos brinda la oportunidad de contemplar desde diversas perspectivas nuestro pueblo y su entorno inmediato. Si aprovechamos el sendero y decidimos subir a uno de los cerros circundantes encontraremos unos paisajes únicos, dignos de ser inmortalizados.
El patrimonio natural más allá de ser estudiado y contemplado debe ser vivido, es por esta razón que animo a disfrutarlo de primera mano, siempre de manera responsable. Nuestro pueblo tiene muchos rincones que esperan a que cada uno de nosotros los redescubra, en muchas ocasiones no es necesario “salir fuera” para encontrar un paraje que nos marque; si no que lo encontramos delante de nosotros y no lo llegamos a apreciar.

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