Una joven de Rute forma parte de Panema Gastrobar, un novedoso proyecto de alta cocina

  • María Eugenia Guerrero y su pareja, el chef Iván Serrano, regentan este original restaurante, en Peligros, un municipio del cinturón urbano de Granada

Iván y María Eugenia han renovado el negocio con propuestas de alta cocina creativa

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En julio emprendía una nueva etapa el Panema Gastrobar, en la localidad granadina de Peligros. Se denomina así a los restaurantes que acercan la alta cocina a un público más amplio, con precios asequibles. Esa oferta se complementa con un entorno que permite desconectar de la rutina y paladear cada plato sin mirar el reloj. Hasta este municipio del cinturón urbano de Granada llegaba una joven pareja, Iván Serrano y María Eugenia Guerrero, para hacerse cargo de un negocio asentado, con mucha ilusión e ideas. Pese a ser de Rute, María Eugenia no respondía al perfil de estudiante que se marcha a estudiar y acaba asentándose en la ciudad de la Alhambra. Ella se licenció en Turismo en Sevilla y el trabajo la llevó a Toledo. Allí, conoció a Iván, natural de Talavera de la Reina.

  • La clave del éxito de Panema Gastrobar es que Iván y María Eugenia forman en lo profesional una pareja tan dispar como complementaria

Él había hecho las prácticas de cocina en el restaurante Tierra (Estrella Michelin), del hotel Valdepalacios, donde ascendió a jefe de partida. En este hotel del pueblecito toledano de Torrico un chef de Talavera y una titulada en Turismo de Rute unieron su destino profesional y sentimental. Ahora, bromean, son pareja “en todo”. Al cabo de un tiempo barajaron la idea de cambiar de vida y ser sus propios jefes. Para entonces, Iván había pasado por el exitoso programa de televisión Top Chef. Más que aprender de cocina, la experiencia le sirvió para foguearse con la competencia de este mundillo.

La ocasión de empezar en solitario se presentó con el citado traspaso, del que se enteraron a través de Andrés Salvador, hermano de María Eugenia. En unos meses han reinventado un local que de por sí ya iba bien. La clave es que en lo profesional forman una pareja tan dispar como complementaria. Iván pone la creatividad culinaria, mientras que María Eugenia se ocupa de la mejor gestión del negocio. Tienen a su cargo varios empleados y una clientela fiel donde caben desde estudiantes a quienes buscan desconectar en su tiempo de ocio. Tal variedad está en consonancia con la amplitud del restaurante, que ofrece desayunos a primera hora y copas al final de la noche.

Aplicando la máxima de “lo que funciona bien no se toca” han renovado la carta, con un plus de elaboración. Eso sí, han mantenido algunos platos habituales de la anterior etapa, para no descolocar a la antigua clientela. Les han sumado otros, con toques de la cocina oriental, encabezados por la especialidad de la casa, el arroz con sepia. A pesar de las etiquetas que persigue a estos restaurantes, defienden que no sólo ofrecen cocina experimental y los precios son más que asequibles. Por 15 euros, con opción de repetir, se puede saborear un menú con el que el comensal acaba “repleto”. Buen provecho.

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