EL TRUMPISMO ESTÁ DE MODA

En estos días en los que el invierno avanza perezoso estoy sumida en la lectura del Premio Planeta 2024, un libro que se titula Victoria y que se adentra de lleno en la Alemania de la década de los 50, plena posguerra mundial. Un escenario desgarrador en un país que tuvo la mala suerte de ser gobernado por un loco con ínfulas de patriota salvador. No se pretende aquí contarle al lector parte de la Historia Contemporánea que ha acontecido por estos lugares y tanto nos ha influido en nuestra forma de configurarnos como sociedad moderna. Lo que intento trasladar en estas pocas líneas es el enorme peligro que corremos al asumir esta forma de gobernar como correcta. Y digo correcta porque legítima es, ya que sale tras el voto del ciudadano.
Si cotejo este nuevo orden político que gobierna ya en muchas instituciones con la lectura de la que os he hablado líneas más arriba no puedo más que decir que este trumpismo de verborrea y postureo tiene como defensa central la defensa a ultranza de esta ideología frente a una supuesta amenaza del comunismo y del socialismo, del feminismo y del ecologismo. De la izquierda política, por así decirlo. Sus postulados son los únicos que mantienen, para ellos, la verdad absoluta y no dudan en difamar al contrario si fuese necesario. Aunque se valgan de burdas mentiras. Mientras llegue al ciudadano lo mismo les da.
Así, en este contexto político-social, los mediocres políticos que se suben a este carro promulgan un nacionalismo exagerado y excluyente que define a la visión política contraria como enemiga de la patria. Como si los que pensamos de una manera más pausada no quisiésemos a nuestro país. O a nuestro pueblo. Manda narices. Eric Hobsbawm, historiador contemporáneo, sostenía que las naciones no pueden existir sin un pasado, ya sea real o inventado, pues su legitimidad se basa en narrativas históricas que justifican su identidad y diferencias frente a otras. Para él, las naciones son conceptos modernos para cohesionar a la muchedumbre. Las guerras, himnos e incluso festividades se reinventan para servir a intereses actuales. Y para confrontar con el que no es como nosotros. Que cada uno saque sus conclusiones. La mía no puede ser más clara. Intento alejarme de tanta palabrería, de tanto compadreo y postureo. Mi forma de hacer política no es visceral sino pausada y pensada por el bien de todos los ciudadanos. Desde aquí incito al lector a que no polarice su pensamiento político. No debemos caer en los mismos errores que ya hemos caído antes. Todas las posturas políticas son lícitas, por supuesto, pero este trumpismo que hoy nos ataca poco bueno nos puede traer.
En otro orden de cosas, desear al pueblo de Rute que disfrute de un bonito carnaval, que tenga un feliz fin de invierno y una muy buena entrada a la primavera. Se avecinan cosas bonitas para nuestro pueblo, así que disfruten de ellas. Sin más, reciban un cordial saludo. Ya saben dónde encontrarnos si necesitan algo.

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