El triduo de la onomástica del Carmen se adapta a la nueva normalidad

  • Después de trasladarse el año pasado a Santa Catalina, para permitir un mayor aforo, ha vuelto a la ermita, aunque sin el besamanos a la Patrona del 16 de julio

Como siempre, el triduo ha contado cada noche con la intervención de los entrañables Hermanos de la Aurora

Como el resto de la sociedad intenta convivir con las restricciones de la pandemia, las Fiestas Patronales de Rute en honor a la Virgen del Carmen también se adaptan a un programa limitado. Entre las celebraciones que más se acercan a la normalidad de siempre ha estado el triduo conmemorativo de su onomástica. Se ha celebrado en el santuario que lleva su nombre del 14 al 16 de julio, con el lógico aforo restringido. De hecho, en 2020 se llevó a cabo de manera excepcional en la parroquia de Santa Catalina justo para garantizar la distancia de seguridad. Este año la ermita de la calle Toledo ha vuelto a ser la sede de un triduo que suele marcar el arranque de los días grandes de las fiestas carmelitanas.

En esta ocasión, ha estado oficiado por el sacerdote Francisco Aurioles, actual vicario parroquial de San Gabriel de Málaga, que también ejerció hace unos años su ministerio en Rute. Otra de las novedades ha sido que durante la eucaristía se ha contado con la participación del Coro Teresiano “Almas jóvenes”, de Córdoba. Junto a sus cantos, como siempre, al final de cada noche también han intervenido los Hermanos de la Aurora. Aparte de cantar a la Patrona, sus sones se pueden escuchar por las calles de Rute desde el pasado 17 de julio y durante los siguientes sábados hasta el próximo 7 de agosto.

De forma simultánea al triduo, el 16 de julio se sucedieron otros cultos y actos con motivo de la onomástica. Así, en la medianoche del jueves al viernes tuvo lugar la salutación a la Virgen del Carmen y la presentación de los regalos ofrendados a la Patrona en el último año. Ya en la mañana del viernes, el sacerdote José Gregorio Martínez, consiliario de la archicofradía, ofició una misa a las personas enfermas e impedidas de la localidad. A su término, a las doce del mediodía, hubo repique de campanas y disparo de cohetes. A continuación, tras el rezo del Ángelus, en lugar del tradicional besamanos de este día, la Virgen estuvo expuesta en veneración hasta las dos de la tarde. Después, la ermita volvió a abrir sus puertas desde las seis y hasta las doce de la noche.

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