Tierra

Por fin llegan las ansiadas vacaciones de verano, el mes de la tranquilidad, del descanso, de los viajes y de las visitas al pueblo. Aún con la extraña situación que estamos atravesando, nuestra ociosa vida se mantiene, en mayor o menor medida en la zona de confort/bienestar a la que estamos acostumbrados. Como hijos directos de la sociedad de consumo, quizás por falta de información, quizás por desapego a la naturaleza o quizás, por miedo a la realidad, volvemos a olvidar los problemas que nos rodean de una forma abrumadora.
El mundo está cambiando y no deberíamos olvidarlo y con estas palabras no pretendo engrandecer el discurso pesimista de que ‘todo está mal’, ‘nadie hace nada’ y un largo etc. Más bien creo que tomar conciencia de la belleza, la increíble belleza del orden natural, es lo que podría generar cambios reales, cambios de actitud personal que se transformen en cambios de actitud colectiva.
Para abordar la temática, considero oportuno dar un pequeño vistazo alrededor de nuestro mundano mundo. No creo que sea una cuestión de desinformación, almenos por parte de las estructuras encargadas de la defensa de la naturaleza; más bien observo una negación por acomodamiento, un sutil velo de hipocresía que invade al occidente acomodado y acostumbrado a jugar de forma arbitraria con el mundo, con los seres que lo habitan y con las tradiciones que lo han formado. No creo que me equivoque si afirmo que, lo que realmente está sucediendo se asemeja a: ‘Un fantasma recorre Europa (el mundo), el fantasma del cambio climático’.
Sería fantástico recibir por parte de las estructuras públicas medidas directas, concretas y veloces que atajen los problemas, que generen conciencia y que intente luchar por el mundo en el sentido literal de la palabra, pero quizás sea mucho pedir. Tengamos en cuenta que, aun sin ser del todo nefastas, son insuficientes y lo son partiendo de la base en la que se generan: estructuras ‘nacionales’, fiscales, judiciales, territoriales…no son estructuras con carácter social en cuanto se preocupan del funcionamiento de la sociedad (economía) en un territorio, pero no de su supervivencia como especie, por ejemplo. Dicho esto, se convierte en necesario el desarrollo de estructuras que velen por el bien del planeta. Y es que sí, nosotros habitamos un mundo físico, no virtual, aunque no lo parezca; habitamos un espacio formado por materia física, por seres vivos, porelementosinterconectados que permiten que nuestra vida en la Tierra sea posible. Es esto lo que no podemos olvidar. Si no tenemos Tierra, no tenemos vida.
En los últimos tiempos las mutaciones en cuanto a ecosistemas, temperaturas, plagas, catástrofes naturales…se han desbordado. Estamos generado y acelerando una serie de cambios que, si bien se podrían dar de forma natural, nuestra forma de vida abusiva con la naturaleza esta haciendo que el aumento del desequilibrio sea brutal.
Considero que el discurso tiene que estar enfocado a un cambio de conciencia. No somos dueños del planeta, ni de sus recursos, ni de las vidas ajenas que lo habitan. No necesitamos explotar los territorios para nuestros banales ‘placeres’ modernos, la mayoría inventados y que poco placer nos generan. El cambio de conciencia debería ir enfocadoa un cambio como sociedad, modificando malos hábitos y reconectándonos con la naturaleza, la que de verdad nos da vida, y seguramente sería justo en ese momento cuando empezaríamos a luchar, de manera contundente contra los problemas que nosotros mismos hemos generado en el planeta y contra el cambio climático en general.
Debemos alertar sobre la situación y debemos hacerlo lo antes posible.Los cambios, o llegan con rapidez y responsabilidad o no tendremos espacio para desarrollarlos.La pérdida de los ecosistemas, la perdida de la biodiversidad, el monocultivo, la explotación de las tierras, la crianza intensiva de animales, la perdida de los suelos, la quema y perdida continua de los bosques, el deshielo y el consiguiente aumento de las temperaturas…no nos permiten quedarnos sentados y expuestos, esperando posibles ayudas ‘divinas’ por parte de agentes que parecieran habitar otro mundo pues bien poco se preocupan de este.
Me resulta cuanto menos frustrante escuchar criterios derechistas y ‘negacionistas’ que, aun con las alarmantes evidencias científicas que avalan los hechos expuestos anteriormente, se aferran a la negación del cambio climático únicamente por criterios económicos de carácter capitalista.
Quizás no era momento de hablar de estas cuestiones. Acabamos de entrar en el mes de las vacaciones, de la tranquilidad, del descanso…en el mundo actual sí, pero esto no será así para siempre si no modificamos nuestros hábitos de vida, si no tomamos conciencia de que, todos los problemas que nos afectando a nivel social, son derivados de la explotación de la naturaleza al igual que de la explotación de la clase trabajadora y vulnerable. No permitamos que venza el egoísmo, el individualismo de la sociedad burguesa, es la hora de recuperar los espacios colectivos, de reinventar un camino que no nos lleva a ninguna parte y de retomar el poder como individuos y como colectivo social. Combatamos las injusticias contra la naturaleza a la par que las injusticias sociales; combatamos al ‘virus’ con biodiversidad (varios estudios afirman que la perdida de los ecosistemas y la biodiversidad ayuda a la propagación de este tipo de virus), combatamos el hambre con soberanía alimentaria, combatamos el odio con amor y entonces y solo entonces, podremos volver a la vida natural que durante 200.000 años (aprox.)nos ha ofrecido este, nuestro planeta.

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