Tiempo de verano

A quienes, por diversas circunstancias,
se enfrentan a un verano distinto a otros.
—————————————————-
“Uno ha visto tanto.
A uno la realidad lo ha consumido tanto;
pero, al fin, ha llegado el verano:”
(Tomas Tranströmer,
Premio Nobel de Literatura en 2011)

Llega el verano y nos pilla sin capacidad para sorprendernos más con escándalos que se suceden a diario. Se acusa el cansancio que produce la corrupción, que a casi todo salpica. La realidad sigue ofreciendo pocos motivos para el optimismo: guerras, aranceles desmesurados, inmigrantes que se ahogan ante la impotencia de quienes no pueden rescatarles… Un espectáculo desolador. Y a esto se añade el calor, que lo hace todo menos llevadero. Entretanto, espera impaciente las vacaciones quien puede disfrutarlas. Otros, en cambio, solo sueñan con ellas porque para ellos llega el verano lo mismo que si llegara el invierno. Exactamente igual. Seguirán con la misma tarea de siempre. Los telediarios hablarán de “operación salida”, pero habrá quien no salga a ningún sitio porque no quiera o no pueda y continuará, como si nada, con su rutina de quehaceres diarios mientras comienza otro verano. “El verano trae lo perdido”, como dice un verso de la poeta peruana Blanca Varela, y evoca momentos alegres. Trae recuerdos de otros vividos, de siestas calurosas, de felicidad tendida al sol, de jazmines y nardos, olor a dama de noche, grillos cantando, viajes, helados…. Suele traer también color a los escaparates y en la ropa, verbenas, fiestas, cambio de aires, descanso. El verano, con sus días largos, invita a disfrutar, a salir, a viajar…, pero no siempre es posible. Ojalá que, al menos, sea un tiempo tranquilo, sin sobresaltos, sin la presión del trabajo, sin obligaciones, sin horarios apretados. Un tiempo para ser conscientes de lo que se quiere, de lo que vale la pena, de lo que de verdad nos llena de vida y nos carga la batería; tiempo para lo que nos gusta y para leer, por fin, esos libros que nos esperan y hacer todo lo que a lo largo del año vamos posponiendo. El verano debería ser un período para vivir a nuestro aire y saborear las horas dedicándolas a lo que nos hace sentir bien. Tendría que ser una ruptura -siquiera temporal- con lo que nos desagrada, una tregua de todo lo que nos roba energía y calma. Un tiempo para disfrutar sin prisas de amaneceres tempranos, del fresco de la mañana, de atardeceres tardíos o noches al aire libre. Tiempo de despojarse de abrigos y tedio, de pesadumbres, de cargas que lastran la existencia.
Hay que disfrutar el verano, si es posible. Y, si no lo fuera, vivirlo lo mejor que se pueda, aprovechando todo lo que ayude a sobrellevar mejor la situación que se atraviese, haciendo de la necesidad virtud y de tripas corazón. Otra no queda. Habrá que afrontarlo como venga, que las circunstancias no se eligen y, a veces, no dejan hacer planes. La vida es vivir al día, conscientes del presente; es saberse expuesto a cualquier contingencia, andar por la cuerda floja de lo que acontece, confiando en que, si falta hiciera, la propia resistencia y el apoyo de nuestros incondicionales hagan de colchoneta y amortigüen el golpe. Y vivir es, en todo caso y siempre, aprovechar lo bueno cuando se presenta, sin aplazar lo que nos apetece, no sea que se haga tarde y para siempre anochezca.
Ojalá el verano trajera siempre días azules y relajados, olas de ilusión y vida, mar en calma… Ojalá no sucumbamos a la desolación que provoca ver la realidad que nos rodea, con sus penas, sus conflictos y sus grescas, o comprobar que no siempre se prima el mérito y la capacidad ni se valora la honradez y que, a menudo, se encumbra no a quien más vale sino a quien más posturea, aunque tenga la cabeza hueca. Ojalá mantengamos la esperanza como quien mantiene una escotilla abierta, mientras buscamos la sombra de aquello que nos conforta. Y que el pasamanos de lo que nos sostiene y apuntala en la vida nos ayude a transitar por el verano y a soportar el calor y eventuales pesares, a ser posible, bajo un toldo de entereza inquebrantable. Que el verano se lleve malestares y traiga ilusión para afrontar los días, también los que vengan cuando se acabe. Pero ahora está empezando. Contundente, ha llegado y toca vivirlo con ganas y -sabiendo, como sabemos, que pasará volando- disponerse a exprimirlo al máximo. ¡A eso vamos!

Deja un comentario